En julio de 1928 un crimen
ocupó las portadas de la prensa española. Tuvo lugar en las tierras
almerienses de El cortijo del Fraile. Pocos asesinatos han tenido la
repercusión literaria que tuvo el “Crimen de Níjar”. La historia es bien
conocida, sobre todo porque Federico García
Lorca la convirtió en una tragedia en Bodas
de Sangre, la obra teatral que llevaría a las tablas en 1933.
Lo que no es tan
conocido, es que dos años antes una mujer llamada Carmen de Burgos, había tomado ese mismo suceso para darle forma
literaria en una novela que tituló Puñal
de claveles. Este pequeño tesoro llegó a mis manos, hace justamente un año, en forma de regalo de mi
compañera Amparo Álvaro, a quien no se le suele escapar nada relacionado con el poeta
granadino. (¡Gracias Amparo!).
«La tarde, de
primavera, estaba llena de promesas de fecundidad. El campo ofrecía ya la
plenitud de la cosecha con las mieses que comenzaban a enrubiar y mecían las
espigas de los granos hinchados y lucientes.
Un intenso olor a
día de primavera lo envolvía todo de un modo penetrante
Después de los
días grises del invierno reseco, árido y triste, se dejaba sentir con más fuerza
el despertar de la Naturaleza en pleno campo, como si se escuchasen las
pulsaciones de un corazón que cobraba nueva vida con la circulación de la savia
que lo reanimaba todo»
Así comienza Puñal de claveles, una novela corta (de
unas 50 páginas) en la que Carmen de Burgos construye el relato a partir del
suceso de Níjar con el objetivo de reivindicar la libertad de las mujeres en una sociedad
(sobre todo en el mundo rural) marcada por convenciones sociales atávicas, como
el matrimonio concertado, que no tenía en cuenta ni la opinión
ni los deseos de estas mujeres que iban a pasar por el altar.
La autora altera los nombres de protagonistas y lugares, y también introduce cambios sustanciales
respecto a la historia real y a la posterior adaptación lorquiana. Sin embargo,
es fiel a la descripción del paisaje, del ambiente y del lenguaje popular
almeriense. No en vano, Carmen de Burgos había nacido en Almería y vivido
durante su infancia y adolescencia en la pequeña localidad Rodalquilar.
Es más que
probable que Federico García Lorca conociera la novela. Y también a la autora, porque Carmen de Burgos
era por aquel entonces una escritora y periodista célebre que a la sazón
compartía vida con Ramón Gómez de la
Serna.
Hoy en día no es
tan conocida porque el franquismo llevó a cabo un trabajo concienzudo para borrar
por completo su memoria. Carmen de
Burgos representaba un prototipo de mujer culta, progresista, e independiente,
situado en las antípodas del que defendía el régimen, de modo que sus escritos
fueron considerados "altamente peligrosos".
Puñal de claveles es un documento literario interesante que hay que
leer teniendo en cuenta el contexto en que se publicó. La Segunda República se
había proclamado, Clara Campoamor
había derrotado dialécticamente en el Congreso a Victoria Kent y se había aprobado el derecho de voto de las
mujeres, un derecho que veinticinco años antes ya defendía Carmen de Burgos en
una artículo de prensa. De hecho, al día siguiente de ser aprobado en las
Cortes, la portada de un importante periódico recogió la fotografías de Kent y
Campoamor, y en medio estaba Carmen de Burgos.
La novela me ha
parecido interesante, pero mucho más interesante ha sido descubrir la figura de
Carmen de Burgos. Dejo tan solo algunas pinceladas.
Nació en 1867 en una familia acomodada, y creció libre de convencionalismos en el Valle de
Rodalquilar.
«Me crié en un lindo valle andaluz, oculto por
las últimas estribaciones dela cordillera de Sierra Nevada, a la orilla del mar,
frente a la costa africana. En esa tierra mora, en mi inolvidable Rodalquilar se
forjó libremente mi espíritu y se desarrolló mi cuerpo. Nadie me habló de Dios
ni de leyes, y yo me hice mis leyes, y me pasé de Dios. Pasé a la adolescencia
como hija de la natura, con un libro en la mano a la orilla del mar o cruzando
a galope las montañas. Después fui a la ciudad, y yo que creía buena a la
humanidad toda, vi sus pequeñeces y sus miserias, y sentí el dolor de los pesares
ajenos, y lloré con los oprimidos, y envidié los mundos donde no habitan los
hombres».
Valle de Rodalquilar
El Playazo de Rodalquilar
Se casó (o la
casaron) a los 16 años con un “buen partido”, que a la postre resultó ser un vividor
mujeriego. Sufrió la tragedia de la muerte de tres hijos poco después de nacer.
Estudió magisterio y abandonó al marido instalándose en Madrid junto a su única
hija tras ganar una oposición para maestra. Pronto comenzó a colaborar en
periódicos, hasta que fue contratada por el Diario
Universal, donde comenzó a firmar con el pseudónimo de Colombine. Escribió más de mil artículos periodísticos, más de un
centenar de novelas cortas, decenas de cuentos, libros de viajes, libros
eruditos, como las biografías de Leopardi
o de Larra (a quien consideraba su
maestro), traducciones, libros de cocina, de moda, etc. Fue militante del PSOE
y del del Partido Republicano Radical (la buscaban a ella por su influencia
social). Fue defensora del divorcio, convirtiéndose así en enemiga de la
iglesia católica que tanto poder tenía en España. Rescató del olvido y dio voz en
una revista a los judíos sefardíes descendientes de aquellos españoles
expulsados por los Reyes Católicos en 1492.
Se convirtió en
una activa pacifista tras cubrir in situ
la de Guerra de Marruecos en 1909. Considerada la primera corresponsal de
guerra, escribió artículos como éste:
«Yo he visto la
guerra, he presenciado la tristeza de la lucha, he contemplado el dolor de las
heridas en las frías salas de los hospitales, he visto los muertos en los
campos de batalla, pero más que todo esto, me ha horrorizado la crueldad que la
guerra despierta, cómo remueve el fango en nuestras almas, cómo nos habitúa con
el sufrir ajeno hasta casi la indiferencia, y sobre todo, cómo penetra el odio
en los corazones. Sí, con la barbarie de la guerra, surgen los atavismos
bestiales borrados en nuestra selección […] No existe ninguna barbarie
comparable a la que suscita la guerra, y sin embargo se le concede tanto poder
a los que la sostienen, que la prensa enmudece, los ciudadanos callan, y todos
la secundan escudados en la frase absurda de que es un mal necesario.
¿Necesaria la guerra?¿Necesaria la destrucción?»
Carmen de Burgos fue, sobre todo, una pionera
del feminismo que luchó por la igualdad de las mujeres en un país manejado por hombres.
«Yo sería en el
parlamento liberal independiente. Mi individualismo no se aviene a la
disciplina de partido. Aunque amiga del orden social, soy partidaria de
reformas radicales, principalmente en lo que se refiere a la constitución de la
familia. Defendería en el parlamento las justas reivindicaciones de nuestro
sexo; pediría la implantación de la ley del divorcio, la supresión del delito
de adulterio, que el código achaca a la mujer, mientras que en el hombre lo
considera como una ligera falta. Abogaría por la investigación de la
paternidad, por la supresión de la trata de blancas, y por la igualdad de los
hijos legítimos e ilegítimos, en general, todo aquello que venga a mejorar la
posición legal de la mujer española»
Carmen de Burgos llevó
una vida tan poco convencional para la época, que un joven veinte años menor llamado Ramón Gómez de la Serna, quedó totalmente deslumbrado por su figura.
Fueron pareja (de hecho) durante años, y mantuvieron una estrecha amistad hasta
el final. La escritora murió el 9 de octubre de 1932, dejando frases memorables:
«El progreso, no
es sólo adelantos materiales y ciencia utilitaria, es también bondad y
justicia».
Tanto el resumen de los datos biográficos como las citas entrecomilladas los he extraído del estupendo documental sonoro de Documentos RNE: «Carmen de Burgos, "Colombine", arte y libertad», emitido el pasado 28 de abril.
La conocía vagamente de nombre. En algún documental la he oído nombrar entre otras mujeres más conocidas: Victoria Kent, Clara Campoamor, Federica Montseny, etc, pero de ella sabía muy poco. Me parece muy bueno lo que dice sobre la guerra y, sobre todo, muy bien dicho.
ResponderEliminarLo que citas de la novela también me gusta mucho.
Desde luego, el franquismo hizo un buen trabajo, no se le puede negar si por buen trabajo se considera conseguir los objetivos, aunque estos sean nefastos.
Un beso.
La dictadura llevó a cabo ese trabajo sucio de eliminación de la memoria con muchos de los perdedores de la guerra. Sin embargo, algunos no tardaron en recuperarse mientras que a otros siguieron en el limbo. Creo que fue Carmen Conde la que recomendó a un periodista almeriense que investigara sobre Carmen de Burgos.
EliminarHistoriadores. educadores y medios de comunicación tienen mucho trabajo en la recuperación de la vida y la obra de figuras como Carmen de Burgos.
Un abrazo.