jueves, 21 de junio de 2018

"Puñal de claveles", de Carmen de Burgos



En julio de 1928 un crimen ocupó las portadas de la prensa española. Tuvo lugar en las tierras almerienses de El cortijo del Fraile. Pocos asesinatos han tenido la repercusión literaria que tuvo el “Crimen de Níjar”. La historia es bien conocida, sobre todo porque Federico García Lorca la convirtió en una tragedia en Bodas de Sangre, la obra teatral que llevaría a las tablas en 1933.
Lo que no es tan conocido, es que dos años antes una mujer llamada Carmen de Burgos, había tomado ese mismo suceso para darle forma literaria en una novela que tituló Puñal de claveles. Este pequeño tesoro llegó a mis manos, hace justamente un año, en forma de regalo de mi compañera Amparo Álvaro, a quien no se le suele escapar nada relacionado con el poeta granadino. (¡Gracias Amparo!).

«La tarde, de primavera, estaba llena de promesas de fecundidad. El campo ofrecía ya la plenitud de la cosecha con las mieses que comenzaban a enrubiar y mecían las espigas de los granos hinchados y lucientes.
Un intenso olor a día de primavera lo envolvía todo de un modo penetrante
Después de los días grises del invierno reseco, árido y triste, se dejaba sentir con más fuerza el despertar de la Naturaleza en pleno campo, como si se escuchasen las pulsaciones de un corazón que cobraba nueva vida con la circulación de la savia que lo reanimaba todo»

Así comienza Puñal de claveles, una novela corta (de unas 50 páginas) en la que Carmen de Burgos construye el relato a partir del suceso de Níjar con el objetivo de reivindicar la libertad de las mujeres en una sociedad (sobre todo en el mundo rural) marcada por convenciones sociales atávicas, como el matrimonio concertado, que no tenía en cuenta ni la opinión ni los deseos de estas mujeres que iban a pasar por el altar.
La autora altera los nombres de protagonistas y lugares, y también introduce cambios sustanciales respecto a la historia real y a la posterior adaptación lorquiana. Sin embargo, es fiel a la descripción del paisaje, del ambiente y del lenguaje popular almeriense. No en vano, Carmen de Burgos había nacido en Almería y vivido durante su infancia y adolescencia en la pequeña localidad Rodalquilar.
Es más que probable que Federico García Lorca conociera la novela.  Y también a la autora, porque Carmen de Burgos era por aquel entonces una escritora y periodista célebre que a la sazón compartía vida con Ramón Gómez de la Serna.
Hoy en día no es tan conocida porque el franquismo llevó a cabo un trabajo concienzudo para borrar por completo su memoria.  Carmen de Burgos representaba un prototipo de mujer culta, progresista, e independiente, situado en las antípodas del que defendía el régimen, de modo que sus escritos fueron considerados "altamente peligrosos".

Puñal de claveles es un documento literario interesante que hay que leer teniendo en cuenta el contexto en que se publicó. La Segunda República se había proclamado, Clara Campoamor había derrotado dialécticamente en el Congreso a Victoria Kent y se había aprobado el derecho de voto de las mujeres, un derecho que veinticinco años antes ya defendía Carmen de Burgos en una artículo de prensa. De hecho, al día siguiente de ser aprobado en las Cortes, la portada de un importante periódico recogió la fotografías de Kent y Campoamor, y en medio estaba Carmen de Burgos.



La novela me ha parecido interesante, pero mucho más interesante ha sido descubrir la figura de Carmen de Burgos. Dejo tan solo algunas pinceladas.

Nació en 1867 en una familia acomodada, y creció libre de convencionalismos en el Valle de Rodalquilar.
 «Me crié en un lindo valle andaluz, oculto por las últimas estribaciones dela cordillera de Sierra Nevada, a la orilla del mar, frente a la costa africana. En esa tierra mora, en mi inolvidable Rodalquilar se forjó libremente mi espíritu y se desarrolló mi cuerpo. Nadie me habló de Dios ni de leyes, y yo me hice mis leyes, y me pasé de Dios. Pasé a la adolescencia como hija de la natura, con un libro en la mano a la orilla del mar o cruzando a galope las montañas. Después fui a la ciudad, y yo que creía buena a la humanidad toda, vi sus pequeñeces y sus miserias, y sentí el dolor de los pesares ajenos, y lloré con los oprimidos, y envidié los mundos donde no habitan los hombres».


Valle de Rodalquilar
                                                            El Playazo de Rodalquilar

Se casó (o la casaron) a los 16 años con un “buen partido”, que a la postre resultó ser un vividor mujeriego. Sufrió la tragedia de la muerte de tres hijos poco después de nacer. Estudió magisterio y abandonó al marido instalándose en Madrid junto a su única hija tras ganar una oposición para maestra. Pronto comenzó a colaborar en periódicos, hasta que fue contratada por el Diario Universal, donde comenzó a firmar con el pseudónimo de Colombine. Escribió más de mil artículos periodísticos, más de un centenar de novelas cortas, decenas de cuentos, libros de viajes, libros eruditos, como las biografías de Leopardi o de Larra (a quien consideraba su maestro), traducciones, libros de cocina, de moda, etc. Fue militante del PSOE y del del Partido Republicano Radical (la buscaban a ella por su influencia social). Fue defensora del divorcio, convirtiéndose así en enemiga de la iglesia católica que tanto poder tenía en España. Rescató del olvido y dio voz en una revista a los judíos sefardíes descendientes de aquellos españoles expulsados por los Reyes Católicos en 1492.
Se convirtió en una activa pacifista tras cubrir in situ la de Guerra de Marruecos en 1909. Considerada la primera corresponsal de guerra, escribió artículos como éste:
«Yo he visto la guerra, he presenciado la tristeza de la lucha, he contemplado el dolor de las heridas en las frías salas de los hospitales, he visto los muertos en los campos de batalla, pero más que todo esto, me ha horrorizado la crueldad que la guerra despierta, cómo remueve el fango en nuestras almas, cómo nos habitúa con el sufrir ajeno hasta casi la indiferencia, y sobre todo, cómo penetra el odio en los corazones. Sí, con la barbarie de la guerra, surgen los atavismos bestiales borrados en nuestra selección […] No existe ninguna barbarie comparable a la que suscita la guerra, y sin embargo se le concede tanto poder a los que la sostienen, que la prensa enmudece, los ciudadanos callan, y todos la secundan escudados en la frase absurda de que es un mal necesario. ¿Necesaria la guerra?¿Necesaria la destrucción?»

Carmen de Burgos fue, sobre todo, una pionera del feminismo que luchó por la igualdad de las mujeres en un país manejado por hombres.
«Yo sería en el parlamento liberal independiente. Mi individualismo no se aviene a la disciplina de partido. Aunque amiga del orden social, soy partidaria de reformas radicales, principalmente en lo que se refiere a la constitución de la familia. Defendería en el parlamento las justas reivindicaciones de nuestro sexo; pediría la implantación de la ley del divorcio, la supresión del delito de adulterio, que el código achaca a la mujer, mientras que en el hombre lo considera como una ligera falta. Abogaría por la investigación de la paternidad, por la supresión de la trata de blancas, y por la igualdad de los hijos legítimos e ilegítimos, en general, todo aquello que venga a mejorar la posición legal de la mujer española»

Carmen de Burgos llevó una vida tan poco convencional para la época, que un joven veinte años menor llamado Ramón Gómez de la Serna, quedó totalmente deslumbrado por su figura. Fueron pareja (de hecho) durante años, y mantuvieron una estrecha amistad hasta el final. La escritora murió el 9 de octubre de 1932, dejando frases memorables:

«El progreso, no es sólo adelantos materiales y ciencia utilitaria, es también bondad y justicia».



Tanto el resumen de los datos biográficos como las citas entrecomilladas los he extraído del estupendo documental sonoro de Documentos RNE: «Carmen de Burgos, "Colombine", arte y libertad», emitido el pasado 28 de abril.






                                            Paco de Lucía. Concierto de Aranjuez (Adagio)

2 comentarios:

  1. La conocía vagamente de nombre. En algún documental la he oído nombrar entre otras mujeres más conocidas: Victoria Kent, Clara Campoamor, Federica Montseny, etc, pero de ella sabía muy poco. Me parece muy bueno lo que dice sobre la guerra y, sobre todo, muy bien dicho.
    Lo que citas de la novela también me gusta mucho.
    Desde luego, el franquismo hizo un buen trabajo, no se le puede negar si por buen trabajo se considera conseguir los objetivos, aunque estos sean nefastos.
    Un beso.

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    1. La dictadura llevó a cabo ese trabajo sucio de eliminación de la memoria con muchos de los perdedores de la guerra. Sin embargo, algunos no tardaron en recuperarse mientras que a otros siguieron en el limbo. Creo que fue Carmen Conde la que recomendó a un periodista almeriense que investigara sobre Carmen de Burgos.
      Historiadores. educadores y medios de comunicación tienen mucho trabajo en la recuperación de la vida y la obra de figuras como Carmen de Burgos.
      Un abrazo.

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