«Nunca antes
había soñado con Kurt Cobain. No fue
una pesadilla, pero tampoco un sueño agradable. Kurt estaba de pie, con una
mediana en la mano, apoyado en la barra del bar Pepe. Nos habíamos citado allí
a las ocho y yo había llegado veinte minutos tarde por culpa de la tormenta que
estaba cayendo, algo así como el diluvio universal. Llegaba empapada. Kurt me
hablaba como susurrando, yo no le oía bien. Tampoco podía ver su cara con
claridad, estaba todo más oscuro que de costumbre, había velas por todas partes,
y las paredes se llenaban de sombras temblonas. Sonaba About a girl. Antes de que la canción terminara, Kurt me invitaba a
una cerveza y yo le decía que no me gusta la cerveza, que mejor una cocacola.
Entonces se enfadaba conmigo, me llamaba traidora y estúpida e inmediatamente,
comenzaba a pedirme perdón, sollozando. De pronto, yo me daba cuenta de que Kurt
llevaba una escopeta en la otra mano. La sostenía junto a su cabeza, se
apuntaba directamente al cerebro y apretaba el gatillo. Abrí los ojos y le vi
con su guitarra a los pies de mi cama, en el poster que me regaló Merche,
guapísimo con el pelo largo y rubio y los ojos azules. Aún no había sonado el
despertador».
Así comienza La muerte de
Kurt Cobain, de Care Santos.
El 5 de abril de
1994 (tal día como hoy de hace veinticinco años) Kurt Cobain, cantante y
guitarrista de Nirvana, se suicidó
en su casa de Los Ángeles de la manera que se describe en el sueño. Su cuerpo
lo encontraron tres días después. Su madre dijo: «se ha ido para reunirse con
ese estúpido club», haciendo referencia a Brian
Jones, Jimmy Hendrix, Janis Joplin y Jim Morrison, todos fallecidos a la edad de 27 años. Como nunca
dijo James Dean : «Vive rápido,
muere joven y deja un bonito cadáver».
Por entonces, yo cursaba
3º de BUP, y Nirvana se había convertido en uno de mis grupos favoritos desde
que escuchara el grandísimo Nevermind.
Con tan solo tres discos (Bleach el
primero, In utero el tercero) la
banda de Kurt Cobain zarandeó el mundo del pop-rock y lo puso patas arriba. A
su lado, Guns and Roses, estrellas
del momento que hasta entonces había venerado, me sonaban a viejo. Y grupos como Pixies o The Smashing Pumkins
empezaron a ocupar cada vez más tiempo la pletina de mi radiocasete. Por eso, cuando
me enteré de la muerte de Kurt Cobain, me fastidió, aunque no me sorprendió
demasiado. Como si en el fondo supiera que aquello iba a ocurrir. Años después
tuve esa misma sensación cuando Amy
Winehouse también se unió al célebre Club
de los 27.
La novela de Care Santos se
desarrolla precisamente en ese año 1994.
La protagonista
es Sandra Escudero, una chica de 15 años. Le gusta escuchar a Guns and Roses,
pero sobre todo es fan de Nirvana, cuya música está presente en toda la novela.
No le gustan los Héroes del Silencio
y la música de Mecano le produce
asco. Va a 2º de BUP y se le da bien jugar al futbolín. Su mejor amiga se llama
Merche. El día que besó a un chico por primera vez salía del cine de ver Pulp Fiction. El chico se llama Santi y
juega al baloncesto. A Sandra le gusta leer, «pero solo libros divertidos y no
rollos como La Celestina». Es
vegetariana, comunista y ecologista. No es tan guapa como su amiga Merche. La
muerte de Kurt Cobain ha sido un palo. Por si fuera poco le han quedado dos
para septiembre: Matemáticas y Física y Química. De modo que el verano lo tiene
que pasar en casa junto al pesado de su hermano mayor. Pero lo peor de todo es
que su mejor amiga y su novio se han ido juntos a aprender inglés a Nueva York.
El tiempo de la trama se reduce a varios días del verano del 94. Los padres de Sandra se han
ido de vacaciones junto a los de Merche. Y ella es la encargada de ir a
esperarla al aeropuerto cuando regrese de Nueva York. Una vez allí recibe la
noticia de que el avión se ha estrellado nada más despegar. Hay supervivientes.
Pero no se sabe si Merche es uno de ellos. En el avión también viajaba la mujer
y la hija de un hombre llamado Juan. Juntos, Sandra y Juan, afrontarán el momento mas duro de sus vidas. En torno a la angustia de la espera, Care Santos construye
esta novela en que el primer amor, la confianza, la lealtad, el desengaño o la
amistad son los temas fundamentales, todo envuelto en un ambiente de
desasosiego, con la adolescencia, la música y el cine como telón de fondo.
La experiencia de
esos días servirá de argumento a Sandra para escribir su primera novela. Aunque
avisa a navegantes:
«Como
experiencia, ha sido muy interesante, pero ahora ya sé que nunca más voy a
escribir una novela, porque hacerlo con dignidad es lo más difícil del mundo y
mejor les dejo ese trabajo a los que realmente saben hacerlo bien. Sólo una
cosa me ha quedado clara: nadie debería escribir novelas sin un amigo de verdad
que le ayude a hacerlo» (p.142)
La muerte de Kurt Cobain fue la primera incursión de Care Santos en la
narrativa juvenil. Después llegarían una veintena de títulos más que han sido
la puerta de entrada en el mundo de la literatura para muchos adolescentes.
Grande, Care Santos
«Así que en aquel
momento en que me puse a pensar en la muerte del cantante de Nirvana solo se me
ocurrió pensar en Courtney Love y en la pequeña, que tendría poco más de dos
años. Kurt había muerto y las había dejado solas en el mundo, y Courtney, que
nunca había sido muy normal, se había vuelto rematadamente zumbada y se había
puesto a dar conciertos con el resto del grupo, cantando las canciones de su
marido y dando el espectáculo (además de la lata). No todo el mundo es capaz de
encajar una mala noticia con cierta dignidad» (p.47).
On a Plane
Care Santos tiene buena mano con los jóvenes, la serie de "Mentira" y "Verdad" arrasa en el instituto.
ResponderEliminarKurt Kobain nos marcó, fue el último héroe del rock, aunque Amy Winehouse muriera a los 27 y se le haya querido incluir en ese funesto club. No es posible, como cantaban The Stranglers "Whatever happened to the heroes? No more heroes any more".
El Unplugged es la única cassette que conservo. Hace poco un crítico finolis del País hizo una lista sobre discos sobrevalorados que no han resistido el paso del tiempo e incluyo este. En los comentarios, como es natural, se lo comieron vivo.
Un abrazo.
Hace unos días estuvo Care Santos en mi centro para hablar de “Mentira”. Fue impresionante cómo mantuvo en silencio a más de doscientos alumnos que habían leído la novela y no perdían detalles de cómo se gestó y de sus entresijos. Hasta los “malotes” que no la habían leído escuchaban con atención. Tiene buena mano con los jóvenes, efectivamente. Me gusta verlos con el libro como sustituto del manomóvil, leyendo en cualquier hueco que tienen. Mérito de los profesores de Lengua (no es cierto eso de que solo se lee “La Celestina” en los institutos, como muchos piensan), y de Care Santos que sabe cómo atraparlos con sus historias. Aunque no sé si “La muerte de Kurt Cobain” triunfaría entre los adolescentes de hoy porque está escrita en el año 3 antes de Internet (a. de I.) y esos son, más o menos, los tiempos de Homero.
EliminarSeguramente el que no ha resistido el paso del tiempo es el crítico de El País.
Un abrazo.