martes, 5 de enero de 2021

"Seda", de Alessandro Baricco



Cambio de año inmerso en la lectura de El infinito en un junco de Irene Vallejo. Es un libro fascinante que me tiene atrapado desde hace más de diez días. Termino la primera parte dedicada al mundo griego, pero antes de pasar a Roma, decido hacer una incursión rápida en la narrativa. Entro en mi biblioteca y extraigo del estante un libro que lleva ahí mucho tiempo y que todavía no he leído. Se titula Seda, de Alessandro Baricco. Seguramente lo compré por el enorme éxito que tuvo en su día. Lo cierto es que nunca lo había abierto, ni tenía intención de leerlo. Pero hoy es su día. Los motivos: ayer escuché el estupendo podcast de Mr. Gwyn del programa Un libro, una hora. Y además, resulta que Océano mar es uno de los libros que Irene Vallejo se llevaría a una isla desierta. Baricco me asedia y en mi biblioteca solo está Seda.  

Comienzo a leer Seda. Cuando me doy cuenta, voy por la última página. La sensación es buena. Me gusta. La clave está más en la forma que en el fondo, más en la estructura y el lenguaje que en el tema. 

La historia se sitúa en la segunda mitad del siglo diecinueve en Lavilledieu, una villa del sudeste francés dedicada a la producción de seda. El protagonista es Hervé Joncour. Una plaga que acaba con los huevos de los gusanos de seda le lleva en cuatro ocasiones a Japón para traerlos de manera clandestina. Han pasado siglos desde que Marco Polo viajara al Japón, pero sigue siendo un viaje a lo desconocido, a lo exótico , a la maravilla. Hervé Joncour es un hombre felizmente casado, sin embargo, en Japón queda hipnotizado por la misteriosa esposa de Hara Kei, el señor feudal que le vende la preciada mercancía. 

Con estos ingredientes, Alessandro Barico construye una novela de una gran belleza. Minimalista, suave, liviana, como la seda. Se compone de sesenta y cinco capítulos cortos, narrados con un lenguaje preciso y sencillo, sin florituras pero muy poético. De lectura fácil. Me recuerda El amante de Marguerite Duras. La novela parece una canción, con un estribillo que se repite en las cuatro ocasiones en las que Hervé Joncour recorre por tierra y mar los miles de kilómetros que le separan de Japón. La letra de la canción es esa lucha entre la realidad y el deseo que se intuye en la mente del protagonista. Porque Seda es una novela que deja mucho espacio a la imaginación del lector. Baricco nos ofrece un esbozo, la punta del iceberg, los trazos de cuadro impresionista en el que los detalles no existen. Ahí está el mérito de esta pequeña gran novela cuyo éxito es más que merecido. 

«Con el tiempo, empezó a concederse un placer que antes se había negado siempre: a quienes venían a visitarle les relataba sus viajes. Escuchándole, la gente de Levilledieu aprendía el mundo y los niños descubrían lo que era la maravilla. Él narraba despacio, mirando en el aire cosas que los demás no veían» (p.153)




Traducción de Xavier González Rovira y Carlos Gumpert

    
                                                      Antonio Vega. El sitio de mi recreo