viernes, 18 de diciembre de 2020

"La malandanza", de Andrés Trapiello



Vuelvo a la narrativa de Andrés Trapiello y mantengo intacto mi objetivo de leer todas sus novelas. Van seis este año. La maladanza es su tercera novela. Me costó conseguirla porque está descatalogada. Los ejemplares que se venden en las librerías de ocasión no son muchos por lo que los precios están un poco disparados como ocurre con algunos de los libros de Trapiello. Finalmente encontré un ejemplar que estaba incluido en una colección de la editorial a un precio razonable.

La malandanza se publicó en 1996, cuatro años después de El buque fantasma y ocho de La tinta simpática. El autor madrileño nacido en León desembarcaba por fin literariamente en la capital para mostrarnos una semblanza de los inicios de la Transición.

En el ambiente sórdido de la noche madrileña se inserta una trama de amistad y copas, de violencia política y de vendetas. Los protagonistas son dos currelas cuarentones, técnicos de cine, uno electricista, otro ayudante de dirección, que han terminado trabajando en el nuevo medio estrella: la televisión. Melero es soltero. Varilla casado y con dos hijos. Son compañeros y amigos que tienen la costumbre de salir por la noche madrileña para terminar de madrugada bebiendo en la barra de un burdel de la calle Montera. Están orgullosos de haber trabajado en la película Campanadas a medianoche de Orson Welles. Varilla sueña con dirigir una película. Y ahí aparece el tercer personaje de la novela, Ahmed, una decadente gloria del boxeo. Varilla quiere rodar una película con su vida. Una noche, el azar cruza sus caminos. Esa noche es el inicio de la novela.

El relato comienza cuando Varilla y Melero, tras cruzarse con Ahmed a altas horas de la madrugada, se encuentran con un grupo de matones extrema derecha que está dando una paliza a una pareja. La injusticia despierta el espíritu quijotesco de nuestros héroes que no dudan en intervenir para salvarlos de una muerte probable. Los violentos fascistas se marchan y en el camino de regreso a sus domicilios tienen un accidente. La que sale peor parada es la bella Bego, las más cruel y fanática del grupo de escuadristas. Bego disfruta saliendo a cazar rojos en la noche madrileña como si fueran alimañas. Charly es su pareja y Gus, el gordo, es el tercero del grupo. Son hijos de franquistas que se niegan a aceptar el final del régimen. La pareja que esa noche ha sufrido el ataque es una joven pareja de médicos. La sorpresa viene cuando la agredida, días después, reconoce a su agresora en una cama del hospital recuperándose del accidente. A partir de ahí se desarrolla la trama.

Los personajes de la novela están logradísimos. Nuestros héroes, Varilla y Melero, son buenos tipos que no van de nada y que tampoco piden demasiado a la vida. Ahmed, la vieja gloria del boxeo y su enamorada Vicky, la prostituta que sueña con otra vida, son personajes que apenas notan el viento de la Historia. A Bego y el resto de escuadristas, por un lado, y a Luis y Esther, la joven pareja de médicos por otro, ese viento los arrastra, a cada uno hacia un lado.

La malanzanza es una novela callejera y realista, que se mueve, como la vida misma, muy trapiellana, con reminicencias del Madrid decadente que recorrieron Max Estrella y Don Latino a principios del siglo veinte. La malandanza es también una especie de western urbano que mantiene la tensión en torno a una venganza que sirve de excusa al escritor para pintar un estupendo fresco de la noche capitalina de finales de los años setenta (la historia transcurre en el año 1977). La malandanza emociona y divierte a partes iguales, con unos personajes que permanecen en la memoria.

«Tú ríete lo que quieras, tómatelo a guasa. Pero tengo razón, La televisión es una cosa de borregos, la hacen para borregos y la ven todos juntos, como en manada, con la luz encendida, sin parar de hablar; el cine, no, el cine es para gente libre a la que no le da miedo estar sola ni la noche ni los finales tristes ni le teme al silencio. La televisión vuelve a la gente más idiota, el cine yo creo que nos vuelve más libres» (P.133).

Genial, Andrés Trapiello.


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