domingo, 30 de enero de 2022

"El peso del corazón", de Rosa Montero


Continúo anclado en el futuro con Rosa Montero y la segunda entrega de las aventuras de Bruna Husky titulada El peso del corazón. En el mundo de Rosa Montero se puede encontrar uno con Henning Mankell y Ursula K. Le Guin tomando una cerveza en la barra del bar de Oli. Cerca de ellos, ajena a la conversación, está uno de los personajes más memorables del siglo veintidós. Se llama Bruna Husky y es detective, una tecnohumana, una rep de combate fuerte, rápidísima, bella, inteligente, sensible. Le quedan tres años, diez meses y catorce días de vida. El Tumor Total Tecno acaba con la vida de los replicantes al cumplir diez años desde su activación. Esa es la angustia de Bruna. Continuamente cuenta los días que le quedan para morir, lo que la hace ser más consciente de la vida, de la belleza, de lo maravilloso que supone estar vivo. 

La unificación de los Estados Unidos de la Tierra llegó tras el primer encuentro con  seres extraterrestres procedentes del planeta Gnío en 2090  y el surgimiento de dos mundos flotantes en la estratosfera terrestre: Cosmos en 2087 y Labari en 2088, sendos estados totalitarios, el primero comunista, el segundo fundamentalista religioso. Los EUT son un sistema democrático capitalista, donde la miseria también campa a sus anchas, sobre todo en las Zonas Cero, los lugares más contaminados del planeta, los vertederos del mundo. En las Zonas Verdes los residentes pagan un impuesto por respirar aire limpio. Las Zonas Cero están separadas del resto por una valla que es asaltada habitualmente por quienes tratan de huir de la miseria y la muerte. 

Bruna Husky vive en Madrid, una ciudad que lo único que conserva del pasado es el nombre de sus calles y de sus parques. El Retiro es un parque pulmón, un lugar protegido lleno de árboles artificiales, con grandes plumas que imitan a las las ramas haciendo su labor de limpiar el aire. La energía nuclear está prohibida en el planeta desde 2059 tras dos catástrofes nucleares. La Tierra lleva medio siglo sin radiactividad. Rosa Montero teje la urdimbre de El peso del corazón en torno a la energía nuclear, una novela que deja entrever una crítica a la utilización de esta energía por los tremendos daños humanos y medioambientales que provoca, en la línea de Fractura de Andrés Neuman

«Un diamante robado, una viuda falsa, una esposa muerta, un accidente fingido, dos cadáveres reales, un brazo amputado, un informe de alerta sanitaria escamoteado y radiactividad por todas partes, Intentó pensar en el enigma, atar entre los múltiples cabos de las misma manera en que colocada entre sus gigantescos puzles procuraba adivinar el dibujo fragmentado y disperso» (p. 100). En este fragmento se encuentran los ingredientes de la trama. La investigación lleva a Bruna hasta la tierra flotante de Labari, un reino fundamentalista religioso construido con la tecnología más avanzada para convertirse, paradójicamente, en una copia perfeccionada de un reino medieval, con su monarca absoluto, su sistema de castas, su falta de libertades, su credo único o su sistema ultrapatriarcal que invisibiliza y esclaviza a las mujeres. 

Rosa Montero construye una historia con un ritmo trepidante que, como toda novela negra que se precie, se acelera en los capítulos finales. Los personajes que acompañan a Bruna son maravillosos y son los que la hacen evolucionar. Junto a la nariguda mascota Bartolo, el viejo archivero Yiannis, su enamorado policía Lizard, y su memorista Pablo Nopal, aparecen otros nuevos que van humanizando más a Bruna: la niña rusa a la que rescata y adopta en la Zona Cero; Clara, una hermana hecha a su imagen y semejanza; Daniel, el sobón, con quien tendrá una aventura extrasensorial. Vemos cómo la solitaria y angustiada Bruna se ve rodeada de más sintientes (humanos, reps y alienígenas) que la quieren. Porque Bruna es un personaje al que se quiere. A mí ya me tiene entre sus tecnohumanos brazos. Tanto que ya he comenzado a leer la tercera de la serie, titulada Los tiempos del odio. La pena es que será la última, si la gran Rosa Montero no le pone remedio. 


Gracias a Rosa Montero por su amabilidad. Tan maravillosa como su Bruna Husky. 





sábado, 8 de enero de 2022

"Lágrimas en la lluvia", de Rosa Montero


He leído pocos libros de ciencia ficción, sin embargo he visto unas cuantas películas. Para mí es un género más cinematográfico que literario. El cine ha dejado momentos inolvidables, como el mítico final de Blade Runner con el memorable parlamento en el que replicante protagonista se despide antes de morir. «“Yo he visto cosas que vosotros no creeríais. Atacar naves en llamas más allá de Orión. He visto Rayos–C brillar en la oscuridad cerca de la Puerta de Tanhauser. Todos esos momentos se perderán en el tiempo como lágrimas en la lluvia. Es hora de morir”. Y entonces inclinaba la cabeza y moría tan fácilmente. Tan fácilmente. Como un aparato eléctrico que alguien desenchufaba. Sin sufrir el tormento del TTT. Pero sus poderosas palabras reflejaban maravillosamente la inconsistencia de la vida… De esa sutil y hermosa nimiedad que el tiempo se deshacía sin dejar huella. Inclinaba la cabeza el rep de Blade Runner y moría, mientras la lluvia resbalaba por sus mejillas ocultando quizá sus últimas lágrimas» (p.241). El fragmento pertenece a la maravillosa novela Lágrimas en la lluvia de Rosa Montero, mi última lectura. 

Nunca es tarde si la dicha es buena. Mi descubrimiento de Rosa Montero tuvo lugar el pasado mes de diciembre cuando acudió a la Biblioteca Regional para hablar de sus libros de ciencia ficción. Fue un flechazo. Rosa Montero es inteligente, rapidísima, divertida, comprometida, vitalista, fascinante. Quedé rendido a sus pies. Me faltó tiempo para comenzar a leer la serie de la detective Bruna Husky. La primera se titula Lágrimas en la lluvia. En la charla contó que escribió su primera obra de ciencia ficción cuando tenía ocho años. Entre los cinco y los nueve estuvo enferma de tuberculosis y su tío le llevaba comics de Flash Gordon y de El príncipe valiente. Esas lecturas la llevaron a enamorarse de la ciencia ficción y del mundo artúrico: pasado y futuro sin solución de continuidad. Otro hito que marcaría su imaginario fue ver en vivo y en directo el Sputnik en el cielo de Madrid. Corría el mes de octubre de 1957 cuando por primera vez un ser humano salía de la atmósfera terrestre. Y ahí estaba la pequeña Rosa Montero mirando al cielo. En esos ojos estaba la semilla de Lágrimas en la lluvia.

El personaje de Bruna Husky es memorable. Dice la autora que es el que más se parece a ella en su manera de estar en el mundo. Fue el nombre que puso a su avatar en la desaparecida web Second Life, porque los huskys son sus perros favoritos, y Bruna se llamaba su perra. La historia de Lágrimas en la lluvia se sitúa a principios del siglo XXII reutilizando el mito de los replicantes de Philip K. Dick. Los tecnohumanos de Rosa Montero son clones exactamente humanos que tienen conciencia de la muerte y de la vida. Bruna Husky es una tecno que siempre está contando los días que le quedan de vida porque los tecnos tienen una peculiaridad insalvable: tan solo viven diez años. Está obsesionada con la muerte, lo que le permite tener conciencia de cada momento de la vida. Bruna es rápida como un lince y fría como el acero, una máquina perfecta para el combate en la que vamos vislumbrando una grieta por la que va a apareciendo su enorme humanidad. 

Madrid, año 2109. España es una región autónoma dentro de los Estados Unidos de la Tierra, un sistema liberal democrático unificado. Fuera de ella han surgido dos mundos artificiales, dos plataformas flotantes que orbitan en torno a la Tierra: Cosmos y Labari, con sistemas sociopolíticos totalitarios: el primero es un sistema comunista; el segundo una dictadura fundamentalista religiosa. En este contexto se sitúan la aventuras de la detective Bruna Husky, que está acompañada de unos secundarios de lujo: El viejo humano Yiannis, archivero de los Archivos Centrales de los EUT, una especie de Wikipedia única y oficial; Paul Lizard, policía rocoso con el que tendrá una relación especial;  Pablo Nopal, escritor encargado de crear la memoria de Bruna; Mirari, violinista experta en falsificaciones; Oli, la enorme dueña del bar al que es asidua Bruna y Yiannis; Maio, músico extraterrestre ultrasensorial refugiado en la Tierra. Bartolo, una mascota alienígena, mezcla de un perrito, peluche y un loro narizón. En los nombres del policía y del escritor se atisba el del periodista Pablo Lizcano, pareja durante muchos años de Rosa Montero y fallecido en 2009. A él está dedicado el libro. 

La trama gira en torno a una conspiración de un grupo supremacista de ultraderecha que pretende hacerse con el poder para acabar con los tecnohumanos. Bruna Husky, la Philip Marlow del siglo veintidós, tendrá que resolver este complicado rompecabezas. La ambientación futurista es más que verosímil, tanto que parece una novela realista del próximo milenio con tintes de novela negra. Es una novela con ritmo que en ningún momento pierde fuelle: tiene acción, humor, intriga y amor, en un trasfondo político perfectamente reconocible. Rosa Montero construye un mundo paralelo y coherente, un mundo realmente posible.

Termino de leer Lágrimas en la lluvia y seguidamente engancho con el segundo de la serie titulado El peso del corazón. Vuelvo a encontrar el famoso hilo de oro y no estoy dispuesto a soltarlo. Ese hilo se llama Rosa Montero.



                                                Iván Ferreiro. Promesas que no valen nada