Hace casi dos meses que publiqué la reseña de La librería encantada. Se trataba de la segunda parte de La librería ambulante, que no había leído previamente. Decía que seguramente había sido un acierto comenzar la casa por el tejado, pero no me queda otra que desdecirme. En este caso hay que empezar por el principio, por La ambulante, para disfrutar más de la historia de una quijotesca pareja que a esas alturas del año 1917 todavía creía en la bondad del ser humano y en la literatura como bálsamo.
He leído varias opiniones que señalan que La ambulante es mejor que La encantada. No estoy del todo de acuerdo. La ambulante creo que gusta más porque es más fresca, está narrada por el maravilloso personaje de Helen McGill, tiene el movimiento de un Rocinante tirando de El Parnaso, que es nombre de la librería rodante, y tiene una historia de amor en ciernes que se resuelve al final de la novela. Es más ligera, más despreocupada, más idealista, con el mundo rural como espacio literario, con la igualdad de género como reivindicación de la protagonista, Helen McGill, que a sus cuarenta años decide romper con la vida doméstica al cuidado de su hermano (un afamado escritor de novelas pastoriles) para irse en busca de de aventuras, reafirmando su libertad y su independencia al comprar el negocio de la librería ambulante al señor Mifflin, alter ego de Morley, sin duda. Y por supuesto, tiene los libros como protagonistas salvadores que viajan en la librería móvil recorriendo los pedregosos caminos del campo estadounidense. Sin embargo, la segunda, La encantada, se desarrolla en la ciudad de Nueva York, tiene más empaque librero, las conversaciones en torno a los libros son extraordinarias, tiene más sustancia histórica, con el trasfondo de la Gran Guerra que en La ambulante ni se menciona, incluso tiene más emoción, con la trama detectivesca y el libro de Carlyle como protagonista. Entiendo que la primera guste más, pero no creo que sea mejor. En realidad da exactamente igual porque las dos novelas de Cristopher Morley son maravillosas.
«Cuando le vendes un libro a alguien no solamente le estás vendiendo doce onzas de papel, tinta y pegamento. Le estás vendiendo una vida totalmente nueva. Amor, amistad y humor y barcos que navegan en la noche. En un libro cabe todo, el cielo y la tierra, en un libro de verdad, quiero decir». (p.42)
No conocía ninguna de las dos; JCarlos. Esta que comentas parece totalmente la historia de un Quijote moderno. Si no nombra la guerra quizás sea porque acababa de estallar y él ya tuviera la novela escrita con anterioridad. Como te digo no he leído ninguna de las dos pero estoy contigo en que quizás me guste más la segunda por eso de que habla más de libros en un ambiente urbano que es el que yo conozco más. Pero si dices que conviene comenzar por los cimientos y no por el tejado tomo nota de ambos títulos y procuraré seguir tu consejo.
ResponderEliminarUn fuerte abrazo
Había mucho de quijotesco en salir a vender libros con el entusiasmo con que lo hacen los protagonistas. Me recuerda a la famosa Barraca de Lorca y Ugarte (en general a las Misiones pedagógicas) que iban con un teatro ambulante de pueblo en pueblo representando a los clásicos.
EliminarPuede que ya Morley la tuviera escrita con anterioridad, como dices aunque yo creo que hasta que EEUU no entró en el conflicto en 1917 desde allí no vieron su verdadera dimensión. También es cierto que en la segunda parte, publicada en 1919, el final de la guerra está en el centro del relato con un tono esperanzador. Son novelas que transmiten buenas sensaciones, y están escritas con humor e inteligencia.
Espero que las disfrutes.
Un abrazo.
¡Hola Juan Carlos! He visto ambas, la encantada y la ambulante y te reconozco que en más de una ocasión he pensado en empezar con ellas (desde el principio por supuesto, soy de las que prefiero leer en orden por mucho que puedan leerse por separado sin problemas) y me parecen interesantes y no sé cual de las dos podría gustarme más.
ResponderEliminarNo he dejado de tenerlas en cuenta y depués de leerte, me dejas con ganas
Besos
Hola Marian. Son novelas optimistas que levantan el ánimo, muy recomendables para tiempos como los que corren. Los que tienen el Mal de Montano del que hablaba Vila-Matas las disfrutarán mucho más. El mensaje que transmiten es que los libros (los buenos, claro) son la mejor medicina para el espíritu.
EliminarYa nos contarás cuando las leas.
Un beso.
Mira, me están entrando muchas ganas de que termine octubre para volver a leer a un autor y empezar con estos dos libros. Bueno, empezaré por el primero. Me has tentado mucho, mucho.
ResponderEliminar"Ha estallado la guerra. Por la tarde fui a nadar". Me recuerda aquel telegrama que se envió desde el frente, no sé exactamente a dónde porque hace ya muchos años que la leí (antes de 1978; lo sé porque ese año empecé a apuntar mis lecturas y este no aparece) y que decía "Sin novedad en el frente" a pesar de que ese día había muerto el protagonista del libro. El libro es como no, "Sin novedad en el frente" de Erich Maria Remarque. Va siendo hora de que vuelva sobre él.
Un beso.
Hola Rosa. Menciono a Kafka porque me sorprende que dos escritores coetáneos fueran tan antagónicos. Evidentemente, Morley no le hace sombra a Kafka, aunque las novelas de Morley han envejecido bien y se leen estupendamente.
EliminarLa frase de Kafka la leí en algún libro de Vila-Matas, que juega con ella, como si Kafka quisiera mirar hacia otro lado o seguir con su vida como si nada pasara. Acabo de sacar el Diario de Kafka y la he buscado, porque cuando escribí la reseña lo hice de memoria. En realidad es el día 2 de agosto (no el 31 de julio) y dice así: «Alemania ha declarado la guerra a Rusia. Tarde, escuela de natación».
Me sonaba "Sin novedad en el frente", pero imagino que de la película. Por lo que dices, la novela merece la pena. Empecé a leer "Adiós a las armas" de Hemingway y no terminó de convencerme. Seguro que "Sin novedad en el frente" es mucho mejor. Me haré con ella.
Un beso.
Aquí para entre nosotros, ahora que nadie nos oye, creo que Hemingway está muy sobrevalorado. Hay muchas novelas que me han resultado muy poco gratificantes, aunque hace muchos años que no lo leo. Y sí, "Adiós a las armas" es una de ellas. Para mí, "Sin novedad en el frente" es muy superior.
EliminarEs cierto, estoy contigo. Ahora parece que se valoran más sus relatos que sus novelas. Lo de la teoría del iceberg que se montó está muy bien porque lo disculpaba de entrar en el fondo del asunto. He leído tres novelas suyas ("El viejo y el mar", "Fiesta" y "París era una fiesta") y bien, normal, pero evidentemente muy superficiales, como un iceberg. Con "Por quien doblan las campanas" y "Adiós a las armas" no he podido. Me rendí a las primeras de cambio. Y sus relatos no los he leído.
EliminarA mí me interesa más su biografía que su escritura. ¡Menudo personaje!
Hay un documental sonoro buenísimo en Documentos RNE sobre Hemingway y España.
Me alegro mucho de que la hayas disfrutado. Yo tengo pendiente la encantada, no creo que tarde mucho en leerla, más aún con la comparativa que haces entre ellas. Para mi fue una delicia leerla esta novela. Un libro muy ameno que tiene mucho fondo aunque aparenta ser un cuento de hadas en cierta forma. Un abrazo.
ResponderEliminarPues sí, me ha gustado mucho. Incluso me he arrepentido de no haber empezado con esta porque ya sabía en qué iba a terminar la historia de Helen y Roger, y porque me apetecía seguir con la pareja. De cualquier modo ha merecido la pena. Me gusta Morley, y sus novelas se leen muy bien un siglo después. Y como bien dices tienen fondo aunque aparenten ser más livianas. Una delicia, esa es la palabra. Me gusta tanto que acabo de comprar “Kathleen” que es la siguiente que publicó, ya en 1927.
EliminarUn abrazo.