Hoy se cumplen trece años de la muerte de uno
de mis escritores favoritos: Manuel Vázquez Montalbán. Murió en el aeropuerto de Bangkok
de un infarto. Tenía 64 años.
Suyo es el libro que más veces he leído,
regalado y vuelto a comprar. Se trata de “Los
mares del Sur”, con el que ganó el Premio Planeta de 1979. Era la cuarta
novela (tras “Yo maté a Kennedy”, “Tatuaje” y “La soledad del manager”) de la saga protagonizada por su alter ego, Pepe Carvalho. El creador del célebre detective murió
con los deberes hechos, dejando publicada la última entrega de la serie, una
doble obra que recoge las aventuras del detective aficionado a la cocina y a quemar
libros, y de su inseparable Biscuter,
en un periplo que les lleva alrededor del mundo huyendo de la policía. Estos
premonitorios dos volúmenes llevan por título “Milenium” y son lectura
obligada para quienes han viajado con Pepe Carvalho desde Tailandia (“Los pájaros de Bangkok”) o Argentina (“El quinteto de Buenos
Aires”), hasta Albacete (“Era imposible no escuchar el canto propicio
del centro de la tierra enviando a la superficie sus agua preferidas para
formar un río que, nadie sabía cómo ni por qué, pero se llamaba Mundo, había
adquirido la responsabilidad de llamarse Mundo, en un rincón de una sierra de
Albacete”. La Rosa de Alejandría”) o su siempre presente y
querida Barcelona.
Escritor incansable
(poeta, periodista, novelista, ensayista), mente prodigiosa, marxista
heterodoxo y sentimental comprometido, Vázquez Montalbán publicó además otras
inolvidables novelas como “Galíndez” o “Erec y Enide”.
En Erec y Enide, penúltima de sus novelas,
Vázquez Montalbán abandonó la trama policíaca para acercarnos a la vida de
personajes pertenecientes a generaciones y clases sociales diferentes, unidos
por un lazo familiar. Unos, desde la vejez , Julio y su esposa Matrona, miran al pasado con tristeza y melancolía, con la impotencia que produce ver pasar el
tiempo arrasando con proyectos ya imposibles de realizar. A pesar de todo se
encierran en el conformismo que les da tener una cómoda vida burguesa. Otros,
desde su juventud, Pedro, sobrino de Matrona, y su compañera Miriam, se debaten
entre tener llevar una vida convencional en un mundo de ricos o una vida
solidaria en un mundo de pobres.
Vázquez
Montalbán toma el título de la primera obra del ciclo artúrico escrita por
Chrétien de Troyes a finales del siglo XII. En ésta, el matrimonio entre Erec y
Enide no es el final, sino el motor de acción. El protagonista de la novela de
Vázquez Montalbán, Julio Matasanz, profesor especialista en Literatura Medieval
realiza un discurso sobre Erec y Enide con motivo de la entrega de un premio:
“El más joven caballero de la Mesa Redonda se enamora de y se casa con
Enide para iniciar entonces una retirada vida amorosa muy criticada por los
otros caballeros, infradotados para comprender que Erec prefiera el amor a la
guerra. Y es entonces cuando, sabedor de las críticas, Erec dispone de una
aventura sin límites: Enide marchará ante él, sola, expuesta a los peligros del
mundo, y cuando se presenten las amenazas, Erec saldrá a defenderla, a
recuperarla en cada lance”.
Este es el trasfondo de toda la
novela. Julio y Matrona se quedaron en una retirada vida amorosa que se fue
diluyendo con el paso del tiempo. Pedro y Miriam se exponen a los peligros del
mundo en Chiapas fortaleciendo su amor.
La erudición
del autor queda patente tanto en las constantes citas que van apareciendo a lo
largo de la novela (Frank Fano, G. Duby,
Dostoievsky ...) como en la honrada descripción de los diferentes ambientes
en que se desenvuelven los protagonistas. Por un lado, el elitismo del mundo
universitario de Julio y el de Matrona. Por otro, el mundo de la injusticia
concretado en Chiapas, lugar en el que se desarrollan las experiencias de Pedro
y Miriam. Hay que destacar la brillantez con la que Vázquez Montalbán, refleja la
cruda realidad del estado mexicano de Chiapas tras el levantamiento del Ejército Zapatista de Liberación Nacional
en enero de 1994. Caciques asesinos, paramilitares sin escrúpulos, traficantes
de órganos, violadores, narcotraficantes. Un mundo en el que la vida humana vale
muy poco.
Vázquez
Montalbán entrevistó en 1999 en la Selva Lacandona al Subcomandante Marcos, cuya biblia era El Quijote y se declaraba ferviente seguidor de Pepe Carvalho en una carta que le envió al escritor. Éste, cuando fue a Chiapas, le regaló cuatro kilos de chorizos de Guijuelo, unos turrones y un ejemplar de “Y
Dios entró en La Habana”. Y de esa visita se trajo la idea de esta novela de
contrastes que hace reflexionar al lector sobre temas como el matrimonio, el paso
del tiempo, los proyectos frustrados o la injusticia cotidiana que se produce
en muchos lugares del planeta y la solidaridad de quienes eligen abandonar su
zona de confort para ayudar a los que lo necesitan ayuda.
Dejo el enlace de un estupendo documental sonoro que emitió Documentos RNE sobre Manuel Vázquez Montalbán:
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