viernes, 29 de marzo de 2019

La vida es sueño, de Calderón de la Barca



Tenía una profesora de literatura en el instituto que decía que el teatro no había que leerlo sino verlo representado sobre un escenario. Y creo que tenía razón. Pero yo nunca le hice demasiado caso, y siempre me ha gustado leer teatro. Últimamente he leído varias obras, pero la que más me ha impresionado es La vida es sueño de Calderón de la Barca. Ya sé que tiene delito no haberla leído hasta ahora…

El personaje principal es Segismundo, un héroe cercano, familiar, que blasfema y se rebela contra la injusticia. En torno a él gira toda la obra. Él es quien pronuncia los célebres y maravillosos versos que le dan título:

«Yo sueño que estoy aquí
destas prisiones cargado,
y soñé que en otro estado
más lisonjero me vi.
¿Qué es la vida?: un frenesí.
¿Qué es la vida?: una ilusión,
una sombra, una ficción;
y el mayor bien es pequeño,
que toda la vida es sueño,
y los sueños, sueños son» .

Otros personajes son Basilio, rey de Polonia y padre de Segismundo, quien, por una superstición, encierra a su hijo después de nacer en una torre alejada del mundo. Pasado el tiempo decide dejarlo en libertad para comprobar si se equivocó al hacerlo. Esta escena es clave en el desarrollo de la obra. También aparece Rosaura, primera mujer con quien se encuentra Segismundo. Rosaura se dirige al palacio de Basilio para vengar el agravio de Astolfo, sobrino de Basilio y heredero de Polonia, quien tras pedirla en matrimonio decide casarse con Estrella, también sobrina de Basilio, y juntos gobernar el Reino de Polonia a la muerte del rey. Otros personajes que aparecen son Clarín, servidor de Rosaura, y Clotaldo, noble fiel servidor del rey y padre secreto de Rosaura que es el encargado de educar a Segismundo en la torre.

La obra comienza con Rosaura a caballo en lo alto de un monte. Poco después se encuentra en el exterior de una torre situada en medio de la naturaleza, lejos del mundo habitado. A ella se acerca Rosaura, en hábito de hombre, junto a su acompañante, Clarín, con quien conversa. El siguiente espacio que aparece es el interior de la torre donde está encerrado Segismundo desde su nacimiento por orden de su padre Basilio, rey de Polonia. El carácter simbólico de la torre es evidente. En primer lugar simboliza la falta de libertad, por ser una prisión para Segismundo. En segundo, simboliza la ignorancia, pues aunque Segismundo ha sido instruido a través de su ayo en el estudio de la cultura y la ciencia, no ha tenido nunca contacto con el mundo real y vive en el desconocimiento de su verdadera identidad como hijo del rey. Podríamos relacionar esta torre con el mito de la caverna de Platón por la ignorancia del mundo a que está sometido Segismundo. La torre sería por tanto un espacio que simboliza la barbarie, la ceguera, la oscuridad.
El otro espacio que aparece en la obra es el la corte, es decir, el Palacio del rey Basilio, que simboliza todo lo contrario: la libertad, el conocimiento y el poder, que le fue arrebatado a Segismundo como heredero por el padre nada más nacer por los malos augurios que el rey vio en las estrellas.  En contraposición a la torre que representa la barbarie y la oscuridad, el palacio representaría la luz y la civilización a la que finalmente llegará Segismundo.


La vida es sueño es un verdadero tratado filosófico. El tema del amor se convierte en el eje de la organización de la obra. Otros temas que aparecen son la concepción de la vida como sueño, la fuerza del libre albedrío sobre el destino, la importancia de la educación o el vencimiento de uno mismo.
Las mujeres juegan un papel fundamental. Rosaura y Estrella son copias que representan la idea de mujer. Ambos nombres aluden a la luz, al amanecer, frente a la oscuridad en la que habita Segismundo, de hecho son ellas quien ayudan a que salga de su estado. Basilio había fracasado como padre por dejarse llevar por los astros, y Rosaura y Estrella son las que le dan el afecto que el padre no le había sabido dar. La obra expresa el paso de las sombras y la confusión al conocimiento.

La vida es sueño tuvo gran repercusión en Europa, sobre todo en Alemania, donde Postel adaptó la obra de Calderón en vida de éste. Durante el siglo XVIII, y a pesar del neoclasicismo reinante, se siguió adaptando. Incluso Voltaire ensalzó las cualidades artísticas  y los valores didácticos del autor y pese a la incomprensión y el rechazo que desde España se hizo (Moratín, por ejemplo), siguió siendo aceptada y aplaudida por un público ajeno a normas y deseoso de ver sentimientos en la escena.
Pero sobre todo La vida es sueño tuvo una gran trascendencia durante el Romanticismo, influyendo autores como Goethe, Shelley o Victor Hugo, quienes abanderaron la rehabilitación de Calderón y lo tuvieron como el mejor ejemplo romántico. Hasta Schopenhauer tomó a Calderón para proyectar su filosofía y consideró los versos de Segismundo fundamentales para expresar la angustia del hombre contemporáneo. Por último, cabe destacar a Unamuno quien afirmó que en La vida es sueño «hay toda una verdadera filosofía y una profunda religión».





Programa: La mitad invisible: La vida es sueño. Documental emitido en La 2 el 17 de diciembre de 2011.


Imágenes:
1.- J Figueras: Detalle del relieve en bronce al monumento a Calderón en Madrid. 1878.
2.- Antonio de Pereda. La vida del caballero o La vida es sueño. s. XVII.


8 comentarios:

  1. Pier Paolo Passolini era un entusiasta de Calderón de la Barca y en especial de esta obra de extraordinaria perfección dramática, ideológica y filosófica en que se debate el destino del hombre, la libertad y la necesidad de la prudencia porque no sabemos nunca si estamos viviendo o soñando. El tema del libre albedrío, defendido por los teólogos católicos, los humanistas y los racionalistas ilustrados, sigue siendo algo controvertido. Recientemente he leído un par de libros de Yuval Noah Harari que viene a decir que el libre albedrío no deja de ser una bella idea que ha durado unos siglos, pero que la realidad es que estamos totalmente determinados por nuestro origen genético, social, cultural, familiar y cociente intelectual, más en un tiempo en que la tecnología es capaz de conocernos mucho mejor de lo que nos conocemos a nosotros mismos para poder manipularnos y hackearnos.

    En la obra de Calderón, Segismundo elige la prudencia cuando vence a su padre y lo tiene a sus pies, elude la fuerza del destino para elegir el buen hacer, la piedad y el amor filial. De ese modo, vence al horóscopo y la profecía que recibió el rey Basilio sobre su destino. Pero, en la vida real, ¿podemos elegir realmente o tenemos las cartas marcadas? ¿Puedo salirme de los rieles de mi vida dadas las cartas que tengo en mi mano? La resolución de Calderón se ajusta a la ortodoxia católica y es tranquilizadora. Encuentra el equilibrio dramático, filosófico y religioso, en la decisión de Segismundo que termina condenando al soldado que lo liberó de la torre. El debate existencial que supone la obra la hizo, como bien expones, referencia inexcusable de intelectuales de todo signo. Si Calderón fuera francés o inglés, ocuparía un lugar destacado en su país, no así en España que para la inmensa mayoría es totalmente desconocido.

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    1. Unamuno llamó soplagaitas a Calderón, aunque con una expresión menos estridente (inflador de gaita, le llamó). Valle Inclán tampoco fue demasiado benévolo con su obra, precisamente porque se ajustaba a la ortodoxia de su tiempo y no se atrevió a dar un paso más, cosa que sí haría el dramaturgo gallego a través de sus subversivos esperpentos. Con estos dos (y otros muchos que se me escapan) dándole a la obra de Calderón, no me extraña que el pobre no ocupe el lugar que se merece. Aunque, evidentemente, es un autor que está entre los grandes de la literatura.
      La idea de la predeterminación es bastante terrorífica, pero tienes razón en que hoy en día estamos en manos de los que controlan la tecnología de la información. Aun así, prefiero pensar que todavía tenemos libertad para decidir sobre nuestros actos.
      Un abrazo.

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  2. Adoro esta obra de teatro. De adolescente, me sabía los soliloquios de Segismundo enteros, el que mencionas y el que empiza "¡Ay mísero de mí, ¡ay infelice! Apurar, cielos, pretendo..." Ahora ya he perdido algunos fragmentos. Recuerdo que cuando empecé a dar clase allá por la década de los ochenta, empezaba muchas veces la asignatura de Biología preguntando "¿qué es la vida?" y muchos alumnos respondían "un frenesí". Era cuando era lectura obligatoria, pero eso ya se acabó hace mucho. Ahora ante la misma pregunta, me miran desconcertados.
    La he leído muchas veces, pero solo la he visto representada en teatro en la tele. En aquel programa que era "Estudio 1".
    Me ha encantado todo lo que cuentas de la obra como tratado filosófico, la comparación con la caverna de Platón y su influencia en los escritores románticos.
    Una reseña muy buena.
    Un beso.

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    1. Los soliloquios de Segismundo son lo mejor de la obra, sobre todo el que mencionas. Uno no se cansa de leerlos o de escucharlos una y otra vez, y se nos cae el alma al suelo al pensar en el pobre Segismundo encadenado y encerrado en la torre, lamentándose de que su único delito sea haber nacido. Es imposible no quererlo.
      Es genial lo que cuentas de tus alumnos. Imagino la emoción al escucharlos responder a tu pregunta. Me encanta.
      Un beso.

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  3. Una de las lecturas obligatorias por las que di gracias que fuera obligatoria. Me fascinó en su momento, sin llegar a desentrañar ni lo más superficial. Varios siglos después el ser humano se sigue haciendo idénticas preguntas, aunque como señala el primer comentario, parece que estamos cada vez más cerca de la respuesta.
    Precisamente, el año pasado el grupo de teatro de mi instituto representó una adaptación de la obra. Daba gusto ver a chicos de catorce años haciéndose esas preguntas tan trascendentes. No envejece Calderón y desconocía el impacto que ha tenido fuera de nuestras fronteras, en España padecemos ceguera selectiva, lo mismo encumbramos que mandamos a las catacumbas.
    Genial reseña para pensar en esta mañana de domingo, por fin lluviosa.
    Un abrazo.

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    1. En su día leí "El alcalde de Zalamea", pero no "La vida es sueño". Sabía del argumento pero la tenía pendiente hasta ahora. Y he disfrutado mucho con la lectura. Me sorprende cómo Calderón consiguió colar esta obra tan compleja en un público que seguramente buscaba otra cosa. Para eso utiliza sus geniales dotes de dramaturgo "comercial" colocando el argumento central entre el enredo amoroso de Rosaura y Astolfo.
      Lo de la ceguera selectiva es cierto. Y va por épocas y por modas. Me viene a la cabeza el caso del Greco, cuya genialidad no supo ver Felipe II (por suerte para Toledo y El Bonillo) ni muchos de los que vinieron después, hasta hace relativamente poco. Hoy nadie discute que fue un genio.

      Y por fin está lloviendo, y más de tres horas seguidas, cosa extraordinaria por estas tierras.
      Feliz domingo.
      Un abrazo.

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  4. Representamos esta obra en el instituto, después no he vuelto a leerla. Estaría bien una lectura "adulta", seguro que cambiarían mucho mis recuerdos de ella. Ahora la verdad es que son escasos. Hace tiempo que no leo teatro, una buena oportunidad para retomarlo, estupendo conocer también la época y el entorno de la obra. Un abrazo.

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    1. Yo tampoco es que lea mucho teatro, pero a veces cae alguna obra en mis manos. Me gusta porque es un género que se lee del tirón. No hay obras de quinientas páginas (al menos yo no conozco ninguna) y los monólogos y diálogos suelen ser directos. “La vida es sueño” me ha parecido fantástica, a pesar de ese final tan complaciente. Seguro que si la vuelves a leer la disfrutas.
      Un abrazo.

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