Siempre he sentido una fascinación especial por todo lo que rodea al mundo de la creación literaria. Me atraen las casas en las que vivieron los escritores, el lugar en el que crearon esas obras extraordinarias, los libros que leyeron antes de escribirlas, las cartas en las que conversaban sobre ellas, sus diarios, su vida cotidiana, sus objetos, lo que les rodeaba en el momento de tener «el fogonazo».
Jesús Marchamalo escribe sobre todo esto en Las bibliotecas perdidas, un libro que recopila veinticinco artículos, a modo de crónicas, publicados en el ABCD las Artes y las Letras entre 2001 y 2008. La portada, una pintura de Carlos García Alix, es maravillosa.
El título del libro, que es el del primer artículo, nos acerca a las bibliotecas que se perdieron durante la guerra civil. Muchas quedaron reducidas a escombros debido a los bombardeos, como la de Vicente Aleixandre, Ramón Gaya o Pío Baroja. Otras fueron saqueadas cuando sus propietarios tuvieron que abandonar sus casas, como la de Juan Ramón Jiménez o José Bergamín. Muchos de estos libros estuvieron años pululando por las librerías de la Cuesta de Moyano. Algunas, pocas, se salvaron, como las de García Lorca, Dámaso Alonso o Luis Cernuda.
Jesús Marchamalo escribe sobre las dedicatorias de los escritores, de los ejemplares firmados que se venden en las librerías, de las diferentes formas de dedicar, como las de Vila-Matas (de quien tengo la suerte de tener una) o Manuel Rivas, que utilizan dibujos como solución. Nos introduce en el mundo de los coleccionistas de libros dedicados, como Javier Marías que los tiene de Faulkner, Kipling o Conan Doyle. Nos conduce hasta la oficina de escritores como Kafka, Pessoa o Svevo para enseñarnos el lugar que les empujó a sacar su arte; hasta la correspondencia entre escritores (como las de Galdós y Pardo Bazán), de sus pseudónimos, de las parejas de escritores, de sus casas, de las riñas entre ellos, de la inspiración. Antonio Muñoz Molina señala en el libro que las historias son fruto de un proceso involuntario que se prolonga durante meses o años: el escritor acumula experiencias que va fijando inconscientemente, hasta que un día, algo que sucede, una emoción, una noticia, un titular de un diario —el fogonazo—consigue hacerlas aflorar.
En otros artículos nos habla de la la relación, no siempre fácil, entre escritores y editores; de los pintores que escriben y escritores que pintan; del origen de los títulos; de las manías y los vicios; de la relación entre la literatura y el tabaco, con fumadores como Cela, Baroja, García Márquez, Rulfo, Chesterton, Dumas, Conrad, Hemingway, Marías o Cercas, aunque este último creo recordar que lo dejó hace tiempo; de la relación entre literatura y publicidad; de la muerte de los escritores y de su funeral.
Las bibliotecas perdidas de Jesús Marchamalo es un libro con empaque, repleto de anécdotas e historias que transitan por la frontera para llegar hasta el centro mismo de la literatura. Para repetir.
¡Hola Juan carlos!
ResponderEliminarTambién me llama mucho la atención todo lo que tiene que ver con los autores, sus casas, sus escritos, sus dedicatorias, las bibliotecas particulares de cada uno de ellos, etc
Me parece muy interesante esta lectura que nos traes, a ver si la veo por mi biblio, le echo un vistazo e igual la meto ene el petate
Besos
Hola Marian, es un libro bien escrito y muy entretenido. Conocía a Jesús Marchamalo del programa "La estación azul" de RNE, pero no había leído nada suyo. Al parecer tiene unos cuantos libros de este estilo. Es una lectura que puedes ir alternando con otras, al menos eso me ha pasado a mi.
EliminarUn abrazo.
Pinta muy bien. Marchamalo es un gran divulgador, tiene uno sobre la biblioteca personal de Cortázar al que le tengo echado el ojo, "Córtazar y los libros", creo que va por la misma senda que "Las bibliotecas perdidas" y debe sur un complemento de este.
ResponderEliminarUn abrazo.
A Cortázar lo menciona bastante en el libro. Incluso hay un artículo que dedica por completo al escritor argentino, que relata la desaparición durante años de la tirada completa (de 400 ejemplares) de la traducción al español de un libro suyo titulado "El tango de vuelta". Es una historia libresca estupenda.
EliminarUn abrazo.
Tengo muy buenas referencias de Jesús Marchamalo. En especial me han recomendado mucho su libro Tocar los libros. Este que reseñas tiene también muy buena pinta. Todas esas curiosidades sobre bibliotecas, libros y escritores son caramelitos para los que amamos los libros. A ver si me animo a leer algo de Marchamalo.
ResponderEliminarUn saludo
Precisamente comencé a tantear a Jesús Marchamalo a partir de ese libro que mencionas porque aparece en "El infinito en un junco", pero se me cruzó este en el camino y se adelantó, pero "Tocar los libros" ya lo tengo en el punto de mira.
EliminarGracias por pasar y comentar.
Un saludo.
Que interesante este libro de Marchamalo, no descarto hacerme con un ejemplar. ME GUSTAN MUCHO LOS LIBROS LIBROS, LIBRERÍAS, BIBLIOTECAS, ETC (he escrito en mayúsculas sin pretenderlo).
ResponderEliminarUn saludo.
A mí me ha sabido a poco, como me suele pasar con este tipo de libros. Cuenta muchas anécdotas sobre escritores y libros, como por ejemplo, que tras el bombardeo de la casa de Aleixandre, este regresó a Madrid con la ayuda de Miguel Hernández, y lo acompañó con una carro a buscar sus libros entre los escombros. Se fueron casi con las manos vacías.
EliminarEs un libro sobre libros muy entretenido.
Un saludo.
Tiene una pinta estupenda. No me suele atraer leer libros de recopilación de artículos, pero este hablando de bibliotecas me pilla en lo que más me puede gustar. Tomo nota.
ResponderEliminarUn beso.
Me ha gustado Marchamalo colándonos en la trastienda de la escritura. Digamos que es un libro para picar entre horas que sienta bien.
EliminarUn beso.