domingo, 7 de junio de 2020

"El buque fantasma", de Andrés Trapiello


El buque fantasma, publicada en 1992, es la segunda novela de Andrés Trapiello. Es una novela de iniciación política y sentimental situada en una ciudad de provincias en los años finales del franquismo. El protagonista es Martín, un joven de familia acomodada que sale de su pequeña ciudad para estudiar filosofía en V. El autor no menciona su nombre, pero tras esa V se adivina Valladolid.
Es el propio Martín quien, veinte años después, narra esos dos años de descubrimiento y desengaño, tanto del amor como de la lucha política. Martín cuenta sus peripecias con poesía pero sin nostalgia, desmitificando una época que el tiempo se encargaría de cubrir con una pátina de romanticismo. En los noventa parecía que todos habían corrido delante de los grises, todos habían luchado por la democracia, todos habían estado en cárceles franquistas.
«La gente, hoy, a nueve años del final del siglo, oye la palabra poesía, pliega y se va. Pero, ¿cómo, si no, recordar aquellos años?¿Cómo, si no es con la poesía, podrían conservarse aquellos recuerdos? […] Recuerdos, cine, fantasía, lo que no sirva más que para pasar el rato y hacerse uno no sé qué vanas y vagas ilusiones de que ha visto y vivido, sin tener que probar ni demostrar a nadie que ha visto y que ha vivido, pues todo en el recuerdo es verdadero». (p.138)

Martín, como buen filósofo, es un joven con inquietudes políticas y pronto se empieza a relacionar con un grupo de universitarios de una organización llamada Juventud Comunista.
«Pero, ojo, no hay que confundirlo con Juventudes Comunistas, que era una cosa distinta. Es más, nada podía ofender tanto a u miembro de Juventud Comunista como que lo tomaran por uno de Juventudes Comunistas, y a la inversa» (p.35). El objetivo de esta organización es repartir propaganda antifranquista. Martín lee a Lenin, a Marx y Los conceptos elementales del materialismo histórico de Marta Harnecker. Es un revolucionario, aunque su padre o su tío Narciso sean personas cercanas al régimen. Martín está llamado a poner en práctica sus lecturas, a luchar contra la injusticia y contra la dictadura.
«Yo creo que pasárselo uno bien y ser revolucionario a la vez no se podía. Podía ser uno revolucionario y luego feliz. A la vez no, me parece a mí, salvo los tres o cuatro ácratas y los tres o cuatro individualistas. (p.87)

Rei, hijo de un policía, es el líder de la organización. Martín se convierte en su gran amigo. Para ellos, jóvenes de 18 años, lo de repartir propaganda es un juego peligroso y clandestino que está íntimamente relacionado con el descubrimiento del amor.
«Supongo yo que eso es la juventud: no discernir entre el poder y el querer, entre el mundo y su representación, entre lo que se hace por generosidad y lo que hacemos por vanidad, entre ser hombres libres y ser gallitos de vistoso plumaje».
Martín descubre el amor en Dolly, una mujer mayor que él. Dolly se convierte en el personaje clave de la educación sentimental y política de Martín. Es el contrapunto pragmático a su romanticismo.
«—La verdad—decía siempre Dolly— está en las medias tintas, en los grises, en toda la amplia gama de penumbras. La mucha luz te ciega y en la mucha sombra no se ve. Dividiendo a la gente en clases sociales no se llega nunca a ninguna parte. Siempre habrá buenas y malas personas […] Al final uno no se relaciona con ideas y programas, sino con personas, que no son ni lo que quieren ser ni lo que pueden ser, sino lo que la vida les va dejando ser. En general olvídate de teorías. O ponen difícil lo que es fácil o fácil lo que es difícil. Con ver es más que suficiente, y a primera vista, mejor». (p. 159)

Finalmente la célula es desmantelada. Comienzan las torturas y las delaciones entre compañeros. Rei y otros terminan en la cárcel. La brutal realidad se impone. La dictadura conserva sus fuerzas. Fin del romanticismo. Fin de los ideales.
«— Lo peor de la cárcel —le contaba Rei a Celeste— es que tienes demasiado tiempo para pensar. Cuando piensas hacia un lado o hacia otro, hacia delante o hacia atrás, todo marcha; como pienses en círculo, estás perdido Aquí no haces sino dar vueltas y vueltas alrededor de un pozo seco. Eso te vuelve loco.» (p.140)
«La pirámide que había sido alguna vez, iba camino de convertirse en una elevada ruina, en la informa mastaba de ideales erosionados o derrumbados a sus pies» (p.141)
«La causa de que existan delaciones y delatores hay que buscarlas siempre en tres cuevas: el miedo, el interés o la maldad, descartada la ingenuidad, pues a la ingenuidad nada se la puede exigir por su misma falta de juicio» (p.149)
«En cierto modo me di cuenta en las cárcel de que vivíamos dentro de otra cárcel peor aún, más hermética, más opresora. La mitad de las cosas no podían discutirse y la otra mitad había que aceptarlas como venían del Comité Central» (p.191).
Martín, Rei y el resto navegan en un buque fantasma.

Martín se libra de milagro de la terrible experiencia de su amigo Rei. Y regresa a casa transformado y desengañado.
«Muchos creen que la lucha antifascista fue una lucha por la democracia. Por creerlo, pueden creerlo, si eso les hace ilusión. Todos los que yo conocí en esas escaramuzas estaban encuadrados en partidos cuyos programas soñaban con la dictadura del proletariado. Ahora bien, puede que hubiera otros demócratas que lo fueran de verdad. No digo que no. Pero no tuvimos la suerte de tratarlos o conocerlos» (p. 216)

Veinte años después recuerda aquellos años de juventud con poesía, pero sin nostalgia. 
 «Quedan de la vida, si algo queda, las hojas muertas, unas pocas imágenes amarillentas. Tal paseo al atardecer en una playa, la contemplación de un niño dormido. El zumbar de unas avispas sobre una raja de sandía tras un almuerzo campestre, un abrazo, dos o tres adioses, la vaga memoria de unos pocos libros, bagatelas, pavesas, nada, todo lo que a un buen conservador le parece insignificante. Eso que los poetas llaman verdad, no siempre con minúscula. (p.217)

No me equivoqué al seguir la estela de Andrés Trapiello.


                                                          L.E. Aute. A por el mar

8 comentarios:

  1. Qué interesante me lo pones. Con unos años menos que el autor, llegué a la universidad con Franco recién muerto, pero aun así viví un poco de refilón las luchas que, ciertamente, eran por la dictadura del proletariado. Muchos de mis amigos militaban en la LCR, para entonces ya desvinculada de ETA, troskista y contraria al stalinismo del PC, la lucha era por instalar esa dictadura de una forma más exitosa que en la URRSS. Aunque nosotros estábamos en León y allí la lucha era menos significativa que en Valladolid.
    Creo que me puede resultar una lectura muy evocadora.
    Un beso.

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    1. En la novela tengo la sensación que el protagonista vive en León, aunque no lo menciona, como tampoco lo hace con Valladolid (V). En la novela parece que el protagonista diera el salto de un pueblo a la gran ciudad, y en más de una ocasión Trapiello describe de León como un pueblo. Lo mismo dice de cualquier capital de provincia que no sea Madrid. Dicen que es el escritor menos leonés de todos los escritores leoneses, cosa que dudo mucho porque siempre aparece León en sus páginas.
      También tengo la sensación de que es una novela con tintes autobiográficos, pero no conozco bien la biografía del autor como para afirmarlo con rotundidad. De cualquier modo esa pugna entre maoístas, trostkistas y estalinistas aparece reflejada en la novela y Trapiello le da a este hecho el tono humorístico de "La vida de Brian" cuando los miembros del FLP discuten en la grada del anfiteatro.
      Es una novela con un importante contenido político, cosa difícil de ver por estos lares, y lo que más me ha gustado es la sinceridad que desprende y cómo los protagonistas van modificando sus ideas a lo largo del tiempo en que transcurre.
      Un abrazo.

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  2. De Trapiello he hojeado algunas páginas de su obra "Las armas y las letras" que en principio pretendía ser un repaso a la literatura que se hacía en la épocas de la Guerra Civil con especial atención a las vivencias de los escritores de uno y otro bando. Es un personaje que me atrae porque es de los que sin doblez alguna habla con libertad y aguanta como pocos la lluvia de críticas que con frecuencia vierten sobre él personas que no soportan su independencia a la hora de valorar escritores o a la hora de hablar de la política de hoy y de ayer.
    A pesar de que siempre me ha atraído por lo que digo sin embargo no he leído completo nada suyo; me he conformado para mi mal con sus artículos periodísticos y sus defensas de su ideario político frente a la jauría desatada en su contra en RRSS y en algunos medios de comunicación. Creo que tiene una dignidad magnífica.
    En España no se perdona que alguien vaya cambiando de manera de pensar y vaya ubicándose en distintos espacios políticos según cambian las circunstancias políticas y él mismo. Trapiello, te leo en la respuesta que haces al Comentario de Rosa Berros, presenta unos protagonistas que van modificando sus ideas a lo largo del tiempo. Yo creo que eso es lo normal a pesar de vivir en un país donde la palabra 'chaquetero', 'vendido', 'traidor' y otros "elogios" parecidos se vierten contra aquel que osa pensar en voz alta saliéndose de la linde.
    Un fuerte abrazo, amigo

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    1. Pues yo estoy detrás de "Las armas y las letras". No controlo bien su ideario político ( no he leído sus artículos de prensa), imagino que de izquierdas, pero a juzgar por la novela, lo veo poco ortodoxo y crítico con las ideologías monolíticas. Dignidad. Eso es lo que se desprende de su escritura. Y por supuesto entusiasmo. No sé dónde leí que Trapiello era un grandísimo escritor que no escribía grandísimas novelas, pero no estoy de acuerdo con la segunda afirmación. La primera no hay quien la discuta. Sólo basta leer la biografía maravillosa de Cervantes (por no hablar de la actualización del Quijote y la escritura de sus secuelas). Respecto a sus novelas, voy por la cuarta titulada "Los confines", y sin duda creo que es uno de los grandes novelistas españoles, a la altura de un Marías, un Muñoz Molina o un Vila-Matas. A mí me tiene enchufado a sus páginas.
      Estoy contigo en que la vida va modificando nuestra forma de pensar de comportarnos y de relacionarnos, por mucho que digamos que somos los mismos que cuando teníamos 18 años. Si pudiéramos viajar al pasado en el Delorean de Marti McFly probablemente no nos reconoceríamos, o no nos gustaría lo que vemos.
      Un fuerte abrazo.

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  3. Me gusta cómo escribe Andrés Trapiello, yo ando leyendo, intercalado con otras lecturas: "Salón de los pasos perdidos", una especie de Diarios sui géneris que me encantan.
    Me anoto este que comentas porque puede ser interesante ver como dibuja el franquismo.

    Saludos.

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    1. Más que el franquismo, se centra en la lucha antifranquista en los últimos años. Dibuja el franquismo como lo que era, una dictadura férrea que liquidaba cualquier pequeño atisbo de oposición política con brutalidad. Algo tan leve como repartir unos pasquines te podía llevar a la cárcel, tortura incluida. El TOP no descansaba. Lo interesante de la novela es el relato del funcionamiento de una de esas organizaciones estudiantiles a la que pertenece el protagonista, y cómo sus miembros, jóvenes universitarios, vivieron la represión.
      Yo también tengo el en punto de mira los diarios de Trapiello. Estoy deseando leerlos. No recuerdo los tomos que son, pero creo que unos cuantos.
      Un saludo.

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  4. Hola, es la primera vez que visito tu blog y me han gustado alguna de las propuestas que he leído. De Trapiello sólo he leído algunos artículos, pero acabo de pedir tu propuesta pues la Historia con mayúscula me apasiona.
    Muy buena reseña.

    Te dejo el enlace de mi blog, por si te apetece que nos sigamos y leamos.
    https://anonimaveneciana.blogspot.com/
    Gracias.
    Un saludo

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    1. Hola Marybel, gracias por pasar por aquí. Merece la pena leer a Trapiello. Yo sigo de momento con sus novelas.
      Me pasaré por tu blog.
      Un saludo.

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