lunes, 9 de julio de 2018

Van Gogh, de Herbert Frank



Vincent Van Gogh es uno de mis pintores favoritos. Hace años que lo primero que veo cuando entro en mi casa es la imagen de Terraza de café por la noche, pintada en Arlés en 1888.


La semana pasada vi una película impresionante titulada Loving Vincent, un film de animación en el que cada uno de los 65.000 fotogramas está pintado por 125 artistas con el estilo del genio holandés. Me quedé pasmado ante semejante proeza. Era Van Gogh en movimiento.
Tras ver la película no pude evitar leer la biografía que Herbert Frank hizo de Vincent Van Gogh allá por el año 1976, un clásico que se publicó en España en 1985 en la colección (ya descatalogada) de Grandes Biografías de la Biblioteca Salvat. Esta pequeña joya la encontré hace un par de años en El Bazar del TBO, mi cementerio de los libros olvidados.

El estilo de Herbert Frank es directo y entusiasta, y el texto está acompañado de multitud de imágenes en blanco y negro.
Me sorprende descubrir que el célebre pintor describía paisajes mucho antes de saber manejar los pinceles. Encuentro una descripción que anuncia La noche estrellada:
«También he visto el mar de noche el domingo pasado; todo era oscuro, gris, pero en el horizonte comenzaba a amanecer. Era muy temprano, pero la alondra ya cantaba. Y lo mismo los ruiseñores, en los jardines junto al mar. A lo lejos se veía la luz del faro, el guardacostas [...] Esa misma noche contemplaba desde mi ventana los tejados y las copas de los olmos, oscuras contra el cielo de la noche. Por encima de los tejados brillaba una estrella solitaria, bella, grande y amable. Pensé en todos nosotros, en nuestra casa y acudieron a mi mente estas palabras: ojalá no sea yo un hijo del que hayan de avergonzarse sus padres; dame tu bendición, no porque me le merezca, sino por mi madre. Tú eres amor. Sin tu bendición constante no conseguimos nada».


Esto es La noche estrellada, un deseo de no fallar a sus padres, un rezo, un momento de intimidad.

Señala Frank que «Vincent había aprendido a expresar las imágenes que al principio sólo sabía apuntar con palabras, en el lenguaje de los trazos y los colores. Pero, ¡Cuán difícil había sido ese aprendizaje, cuántos años duró! Con el mayor sacrificio y un entusiasmo de trabajo sin igual, había limado con paciencia el muro de acero que separa lo sentido de lo posible. En la historia de la pintura no existe ningún ejemplo comparable. Simplificado, podría decirse que fue su falta de talento lo que generó la fuerza genial que capacitó a Vincent en sus últimos años para realizar su obra. Pero existen razones de otra índole: el esfuerzo sin descanso de un hombre que, de ser una persona que no hace ni sabe hacer nada, se transforma en el creador de un universo artístico»  (p.19)

Una de las personas fundamentales en la vida de Vincent fue su hermano Theo, quien siempre le animó y le ayudó económicamente. En una carta de Vincent a su hermano le dice lo siguiente:
«Existen holgazanes por indolencia y debilidad de carácter, por bajeza de naturaleza. Si piensas esas cosas de mí puedes considerarme uno de esos. Pero existe otro holgazán, el que lo es en contra de su voluntad, que se consume en su interior por el vehemente deseo de una actividad, que no hace nada porque le resulta imposible hacerlo, porque vive prisionero de algo, porque no tiene lo que necesita para ser productivo y porque así lo ha dispuesto su infortunio; un hombre así no sabe ni él mismo qué puede hacer pero siente instintivamente. ¡No obstante, sirvo para algo, tengo derecho a la existencia! Sé que podría ser un hombre totalmente distinto. Pero ¿En qué podría ser útil, para qué podría servir? Tengo algo dentro de mí… pero ¿Qué? Éste es un holgazán completamente distinto. Si quieres puedes considerarme uno de éstos» (p.36).

Cuando envía esta carta a finales de 1879, Vincent tiene 26 años y no tiene claro qué hacer con su vida. Ha sido marchante de arte durante años, ha intentado ser pastor protestante como su padre, pero ha fracasado en su intento de estudiar teología, y durante los últimos meses está viviendo un momento de misticismo religioso que le ha llevado a vivir como un ermitaño dedicado a ayudar a los más pobres. Quiere cambiar de vida, cerrar esa etapa, pero no sabe hacia dónde dirigir sus pasos. Después esta experiencia se aparta del cristianismo y también de su padre.
Tras el paso por varias localidades, el fallido enamoramiento de su prima Kee, sus inicios en el dibujo y posteriormente en la pintura con la ayuda económica de su hermano Theo, Vincent Van Gogh llega a París en marzo de 1886. Tiene 33 años.
«Aunque todavía le quedaba mucho por aprender, ya se manifestaba en él el carácter esforzado del artista, más allá de todo aprendizaje. Crear era una búsqueda continua, un riesgo eterno, una aventura sin fin y sin límites» (p.54).

La biografía de Van Gogh es el ejemplo de que no todos los genios nacen. Es fascinante la parte en que se narra la persistencia del joven Vincent. No tiene talento para pintar, no obstante dedica todo su tiempo en la tarea de aprender. Entre los 27 y los 33 años se dedica al aprendizaje a pesar de su evidente falta de destreza en el manejo de los pinceles. Su empeño lo hizo grande, aunque tristemente pocos se lo reconocieron. Al parecer, tan solo vendió un cuadro en vida: Viñedo rojo.


«Vincent no sólo reconocía su falta de talento, sino que, en algunos casos, la resaltaba para dar fuerza a su convicción de que conseguiría con la simple fuerza de voluntad lo que le había negado la naturaleza»
Escribe a su hermano:
«Se piensa que pintar es un don y un bien, es un don, pero no como se lo figuran. Hay que utilizar las manos y hay que “tomarlo” —en tomarlo consiste la dificultad— en lugar de esperar a que se manifieste por sí mismo. Hay algo en ello, pero no seguramente como se lo imaginan. Si aprendes trabajando, pintando te haces pintor» (p.63)

En la lectura,  conozco a un pintor amigo de Van Gogh, unos de sus mejores amigos. Se llamaba Emile Bernard, y fue uno de los inventores de una técnica que consistía en marcar la línea de una manera desproporcionada y pintar el interior con colores planos. Gauguin, su otro amigo, hizo suya esta técnica, y también Van Gogh la utilizó en cuadros como La habitación de Arles.

                
En una carta a su hermano Theo le escribe sobre este cuadro:  «Quisiera expresar con estos tonos un reposo absoluto».

El final del genio holandés emociona. Escribe Frank:
«No sabemos por qué dirigió el arma contra sí mismo. Quizá la muerte le pereció la única salida posible hacia la completa curación, una curación que la vida no podía concederle. No pretendió abandonar la vida, sino emprender el viaje hacia la otra mitad de la vida- El que quiera que lo llame trastorno mental.
Se arrastró hacia la posada con la bala en el cuerpo y cuando le preguntaron  qué había pasado contestó “Nada, me he herido”. Como no bajaba a comer, el posadero subió y lo encontró sangrando en su habitación. El doctor Gachet llegó apresuradamente, y Theo al día siguiente, avisado por una carta que le entregaron en el comercio. Tras los dolores iniciales, se presentó un estado de insensibilidad ante el dolor. Theo estaba junto a su hermano, que fumaba en su querida pipa y le sostenía la mano. Así murió, casi sonriendo, aquel hombre que había creado un mundo en el que se creó a sí mismo».
Vincent Van Gogh murió el 27 de julio de 1890 y fue enterrado en Auverse sur-Oise. Un año después murió Theo. Lo enterraron a su lado.


                                                 Entierro de Van Gogh de Emile Bernard


Termino la lectura y me viene a la memoria un trabajo en el que se apunta otra hipótesis sobre la muerte del pintor. En una monumental biografía de 900 páginas, Steven Naifeh y Gregory White Smith, sostienen que Van Gogh no se quitó la vida con un disparo en un campo de trigo. Según su explicación, el pintor murió tras un incidente sin explicar con René y Gastón Secrétan. Según el estudio, Van Gogh no salió de su casa aquel día rumbo a su propia muerte, puesto que se llevó consigo todos sus enseres de pintura. En el camino debió coincidir con los dos hermanos, con quienes solía charlar y beber durante horas. En algún momento debió de iniciarse una trifulca y alguien disparó por accidente la pistola hiriendo de muerte al pintor. El pintor no dijo nada para encubrirlo. En Auvers nunca aparecieron los instrumentos de pintura ni el arma homicida.
Me gusta esta última hipótesis que deja a Van Gogh en un lugar más alto si cabe.

El campo de trigo



                                                          Don McLean. Vincent

                                           
  Traducción de Mercedes García de las Heras y Brigitte Meyer              

2 comentarios:

  1. A mí también me apasiona Van Gogh. No solo su obra, sino su vida. Hace años estuve en Arlés y estuve sentada en esa terraza de ese café. Fue realmente emocionante.
    Cuando era muy joven leí las cartas de Vincent a Theo y me impresionaron por todo lo que se transmite de impotencia e insatisfacción. Ese fragmento que citas sobre la pereza es buena muestra de ello. Me imagino que verías en su día "El loco del pelo rojo", la película sobre la amistar entre Van Gogh y Gauguin. Me parece también una muestra de todos los fantasmas que torturaron la mente del pintor.
    Me ha encantado leer esta entrada en particular.
    Un beso.

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    1. Kirk Douglas lo borda en el "Loco del pelo rojo". Parece sacado de uno de esos muchos autorretratos que se hizo Van Gogh. Está muy lograda. Me acuerdo de la reconstrucción de la escena del interior del café de Arlés que después llevaría al lienzo, con esas lámparas desproporcionadas sobre el billar y la sordidez del ambiente nocturno. También de las enormes trifulcas con Gauguin con motivo de sus preferencias pictóricas (sobre todo con Millet, al que Van Gogh adoraba). Y cómo no, de la entrega de su hermano Theo, que fue el único que creyó en él, el único que vio nuevos caminos en su pintura. Lo que no me cuadra demasiado de la película de Minelli es el final, cuando se dispara nada más terminar de pintar los cuervos en el campo de trigo. Me parece demasiado forzado. Ese cuadro se han considerado símbolo de la muerte que acechaba al pintor. Pero tal vez no fuera así y tenga razón la hipótesis del incidente con los hermanos Secrétan. En cualquier caso, es una película extraordinaria que hay que ver.
      Un beso.

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