Si tuviera que elegir
un libro de Paul Auster sería La noche
del oráculo. Seguro que muchos de los fanáticos austerianos que andan
sueltos me dirán que Mr. Vértigo, El libro de las ilusiones o El palacio de la luna le dan varias vueltas,
cosa bastante discutible. Me sigo quedando con La noche del oráculo. Fundamentalmente por un motivo: fue el
primero. Y los primeros nunca se olvidan. Los que vinieron después fueron
fantásticos, pero el lugar de honor en mi memoria sentimental lo ocupa La
noche del oráculo. El azar (¿el destino?) lo puso frente a mis ojos en una
revista del Círculo de Lectores e hice algo que nunca había hecho: lo compré
exclusivamente por su portada. Jamás me había fijado en este autor que resultó
ser una mina de oro.
Lo releo quince años después. El libro sigue siendo el mismo.
Nada ha cambiado. Ahí están todos. Sidney Orr recién salido del hospital,
paseando por las calles de Nueva York, entrando en El palacio de papel para
comprar el cuaderno azul fabricado en Portugal que logra que vuelva a escribir
para dar vida a maravillosos personajes: Nick Bowen que, imitando al Flitcraft de
Hammet, un día decide dejarlo todo
para empezar una nueva vida. El taxista Ed Victory, empeñado en terminar con el extraño proyecto de la Oficina de Preservación Histórica
situada en un búnker antiatómico subterráneo. Rosa, nieta de la célebre escritora
Silvia Maxwell, que encuentra un viejo manuscrito de su abuela titulado La noche del oráculo que narra la historia
de un soldado de la Primera Guerra Mundial cuya ceguera le confiere el don de
la profecía. También está Grace, la bella y enigmática esposa de de Sidney Orr,
John Trause, el escritor consagrado y viejo amigo de la familia, Mr Chang, el peculiar
dueño de la papelería en la que Sidney Orr compra el cuaderno azul que ser convertirá
en un oráculo.
La novela de Paul Auster es una muñeca matrioska. Hay varias
historias en diferentes planos, una
dentro de la otra, con narradores distintos. Orr que inventa a Bowen que lee a
Maxwell. Hasta ahí nada nuevo. Cervantes
ya nos coló en El Quijote la historia
de Marcela o la del curioso impertinente o la del cautivo. Auster, gran
admirador de Cervantes, da un paso más intentando que unas historias influyan
en las otras, que se interrelacionen y que interactúen. Que haya una
causalidad. Muchas veces hemos visto cómo la ficción se construye a partir de
la realidad del autor, y este recurso lo utiliza con frecuencia Paul Auster,
pero también va más allá en este sentido y le da la vuelta al calcetín: su
apuesta es que la ficción influye en la realidad, la predice e incluso la
determina. La ficción funcionaría por tanto como un oráculo. La clave está en
las palabras que John Trause le dice a Sidney Orr:
“Los pensamientos son reales –sentenció-. Las palabras son
reales. Todo lo humano es real, y a veces conocemos las cosas antes de que
ocurran, aun cuando no seamos conscientes de ello. Vivimos en el presente, pero
el futuro está siempre en nosotros. Puede que el escribir se reduzca a eso,
Sid. No a consignar los hechos del pasado, sino a hacer que ocurran cosas en el
futuro” (p.245).
Nunca debe subestimarse el poder de los libros.
George Gershwin. Rhapsody in blue
Traducción de Benito Gómez Ibáñez
Si resiste bien una relectura quince años después, es que es bueno. Precisamente hace unos días estuve en la biblioteca de mi ciudad y tienen muchos de Paul Auster. No me atreví con el último, por su extensión (son casi mil páginas y de letra apretadita) y se me pasó este. Lo guardo para la próxima. Por cierto, Círculo de Lectores ya pasó a la historia. Una pena, pero Planeta se lo cargó solito, por mucho que echaran la culpa a las "nuevas tecnologías".
ResponderEliminarUn abrazo.
Sí que es una pena lo de Círculo de Lectores. No conozco los entresijos del final, pero tengo la sensación de que estaba decidido desde hace tiempo.
EliminarEl último de Auster es para pensárselo dos veces antes de leerlo, más que por la extensión, que también, por el extraño juego que ha querido hacer el autor mezclando cuatro historias con los mismos personajes pero con diferentes tramas.
"La noche del oráculo" es de mis favoritos pero sólo porque fue el primero y le tengo cariño. De Paul Auster tengo muchos favoritos. Todos inmensos. Es un autor que me gusta releer de vez en cuando porque me recuerda lo mucho que me gusta leer novelas.
Un abrazo.
Hace casi quince años que lo leí yo y lo recuerdo con mucho agrado. Me pasa como a ti, pero con otro libro. Para mí el mejor libro de Paul Auster sigue siendo "Leviatan" y creo que es porque también fue el primero. Me dejó tan cautivada y sorprendida que desde entonces he leído muchísimo del autor. Novelas, todas desde luego. Me queda algún libro de relatos, teatro, guiones, poesía...
ResponderEliminarPienso muchas veces que debería releer algunos libros, pero no encuentro el momento.
Un beso.
"Leviatan" fue el quinto o el sexto que leí de Auster. Recuerdo que me gustó mucho y quiero volver a leerlo más tranquilamente. En realidad quiero releer a todo Auster, pero me pasa como a ti, que no encuentro el momento. De vez en cuando, sin planearlo, se cuela alguno. Y me suele sentar bien.
EliminarUn abrazo.
Extraordinaria lectura gracias por recomendarla.
ResponderEliminar