miércoles, 18 de noviembre de 2020

"El Domingo de las Madres", de Graham Swift



El Domingo de las Madres
, publicada en 2016, podría ser la típica novela de amor que comienza como el clásico “érase una vez”, pero no lo es, porque Graham Swift destroza el canon de la novela amorosa en mil pedazos. El Domingo de las Madres transita por derroteros mucho más interesantes e inesperados que hacen de ella una novela extraordinaria. 

La novela está narrada en tercera persona, pero con una distancia muy cercana a la primera. Pronto sabemos que la narradora nos está contando un capítulo de su vida que ocurrió sesenta años atrás, concretamente el 30 de marzo de 1924, el día que se celebraba el Domingo de las Madres. Los señores daban ese día libre a sus criadas para que volvieran a sus casas a visitar a sus madres. Pero la narradora y protagonista, la criada Jane Fairchild, es huérfana y ese día le ocurrirá algo que cambiará su vida para siempre. Jane tiene 22 años y sirve en la casa de los Niven, un matrimonio que perdió a sus dos hijos en la Gran Guerra. Ese día 30 de marzo, Paul Sherinigham, vecino de los Niven, quien también había perdido a sus dos hermanos en la guerra, llama a Jane por teléfono. Su casa se ha quedado vacía. Las criadas se han marchado y sus padres han quedado a comer con los padres de su futura esposa y con los Niven para celebrar su futuro matrimonio con Emma. Paul debería ir a esa comida, pero llama a Jane, con quien mantiene una relación, para despedirse de ella. Ese día tendrán la casa para ellos solos. 


Jane es una criada y parece destinada como muchas otras a ser esa especie de ente invisible que mantiene una casa en marcha. Pero ella es mucho más que eso. Pasa sus ratos leyendo, fascinada por la literatura, por las novelas de chicos como La isla del tesoro. Su trabajo, sus orígenes y esta pasión lectora la transforman en una observadora de las vidas ajenas, de los detalles, de lo que ocurre a su alrededor, la convierten en mucho más que una criada. Jane nos cuenta su vida saltando de un recuerdo a otro, dejando huecos, construyendo el pasado y el presente. Ese 30 de marzo de 1924 es el día que nos relata, el día en que Jane descubre que la desnudez iguala al señor y a la criada, el día en que es consciente de su vida y de su futuro, el día en que la felicidad y el dolor se funden en su memoria para convertirse en la materia prima de su escritura. Es el día en que Jane, después de que Paul se marche a comer con su futura esposa, entra desnuda en la biblioteca de los Sherindhan y tras abrazar uno de los libros tiene una revelación: será escritora. Es el día en que Jane rompe con las barreras establecidas por la sociedad, el día en que ser huérfana es lo mejor que le ha podido pasar, en que ser mujer no le parece un impedimento para llegar a ser quien quiera ser, el día en el que una sirvienta como ella deja de pertenecer a las clases subalternas. 

Eros y Thanatos se unen en esta historia con final feliz que rompe con el arquetipo de los cuentos clásicos. La Cenicienta no se casará con el príncipe azul. Tampoco morirá de amor, ni se quitará la vida cuando él no esté. Ni siquiera llorará su pérdida. En su lugar, aplacará el dolor leyendo un libro: Juventud de Conrad. Lo que hace Jane es colarse por las rendijas que le ofrece la cerrada sociedad británica de los años veinte para alcanzar la libertad, una libertad que previamente había logrado en su interior a través de la lectura de novelas. Stevenson le ensanchará el mundo, pero será Conrad quien realmente marque el camino de su escritura y de su vida. 

La literatura la rescata de su orfandad, la salva de su condición de criada, le da alas para imaginarse otra vida posible. Jane ha nacido con un destino marcado: mujer, huérfana y criada en la Inglaterra de principios del siglo veinte. La relación que establece tanto con el señor Niven como con Paul Shernighan le cambiará la vida. Con el señor Niven establece una paternal relación intelectual, pues es quien le permite leer los libros de su biblioteca. Con Paul, una relación sentimental que será la que le proporcione el valor suficiente para quitarse el disfraz de criada. Jane romperá con su destino el día del Domingo de las Madres. Y esa historia la contará sesenta años después, cuando ya sea una escritora reconocida. Aquí entra en juego la memoria como materia prima de la escritura, lo que Jane decide recordar y lo que decide olvidar, los que nos cuenta y lo que intuimos de sus silencios, de sus huecos. Jane nos cuenta una realidad lo más parecida a la ficción que haya podido imaginar. Porque la realidad se asume y se supera si se parece a las novelas que siempre hemos leído. 

El Domingo de las Madres de Graham Swift ha sido todo un descubrimiento. 


Traducción: Jesús Zulaika Goicoechea

                                           Arcade fire. Sprawl II (Mountains beyond mountains)