Descubrí a Lola López Mondéjar una mañana de enero
de 2012. Vagabundeaba por los puestos de las librerías de la Cuesta de
Moyano, cuando me fijé en una novela titulada Mi amor desgraciado. Me la llevé a casa y la leí. Me gustó tanto
que apunté el nombre de su autora en mi lista de escritores de los que hay que
estar muy pendientes. En ello sigo. Hace dos años publicó Cada noche, cada noche, una secuela de Lolita de Nabokov, pero
no la compré porque no quería leerla hasta no haber leído la obra del escritor
ruso. La excusa terminó hace poco. De
manera que una me ha llevado a la otra y la otra a la una.
En Cada noche cada
noche, la autora juega con la
literatura como ya lo hiciera Miguel de
Cervantes en su día, que se encontró por azar en un mercado de Toledo con
el manuscrito que contenía las aventuras de don Quijote. De nuevo es el azar quien
provoca que Lola López Mondéjar reciba por error una serie de correos
electrónicos de una mujer llamada Dolores Schiller en los que relata su
historia.
Cada noche, cada noche
transita el camino abierto por Jean Rhys
en Ancho mar de Sargazos, novela en
la que se da voz a uno de los personajes de Jane
Eyre de Charlotte Brontë. El mismo
camino por el que tiempo después pasó J.M
Coetzee cuando escribió Foe haciendo
lo propio con Daniel Defoe y su Robinson Crusoe. En el epílogo, Lola
López Mondéjar agradece a ambos la ruta marcada.
¿Quién es la mujer de los correos que llegaron por error a
Lola López Mondéjar? ¿Quién es Dolores
Schiller? Pues Dolores Schiller es la hija de Dolores Haze, la niña
protagonista de Lolita de Vladimir Navokov. En el prólogo de la
novela de Nabokov, se cuenta que Lolita murió en el parto junto a su hija, pero
Lola López Mondéjar le enmienda la plana acusando de mentir a Humbert Humbert
en lo referente a esto último. Murió la madre pero no la hija. De modo que rescata al personaje para darle vida en Cada noche, cada noche.
El título de la novela es toda una declaración de
intenciones, pues es la frase de un fragmento de Lolita en el que Humbert relata que durante el largo viaje por los moteles
de Estados Unidos la niña lloraba “cada noche, cada noche”, cuando se fingía dormido.
Si en Lolita, la protagonista, la niña, apenas si aparece,
debido que a quien vemos es a la nínfula que ha creado la retorcida mente
de Humbert, en Cada noche, cada noche,
por fin, la vemos tal y como es, como una niña de doce años. Y esto es lo que
más me ha gustado de la novela, escuchar su voz. Tras leer Lolita necesitaba escuchar la voz de esa niña que parece que no
siente ni padece en la novela de Nabokov.
La novela de desarrolla en torno a tres ejes temporales:
Año 2009, Nueva York.
Dolores Schiller, enferma de cáncer, decide contar al mundo la verdadera
historia de su madre, para denunciar el crimen de Humbert y el de quienes lo defendieron.
“Voy a morir y mi lengua se desata en una ácida verborrea
muda en la que se atropellan mis recuerdos, y la omnipotencia de mi pensamiento,
que se ejercita en la palabra, me hace osada, diosa.
Cumpliré, no obstante, con mi propósito de dar cuenta de la
verdad, evitando el pleonasmo. Aunque el pleonasmo, a menudo, a fuerza de
insistir, describa la verdad mejor que cualquier otro recurso retórico. Ya no
dispongo de tiempo para andarme por las
ramas, solo los que viven una vida huera lo despilfarran, de modo que tendrán
que acompañarme a trompicones, siguiendo el hilo discontinuo de mis notas y de
mis recuerdos. De lo que entonces escribí y de lo que nunca hasta ahora he
contado” (p.54)
Años setenta. Tras cotejar los diarios de su madre (y lo que
su padre le ha contado) con la novela de Nabokov, llega a la conclusión de que su
madre, Dolores Haze, a quien no conoció, es la Lolita de la novela. Comienza
entonces una investigación en busca del paradero de Humbert (el tío Humbert del
que le hablara su padre) y lo encuentra en
Montreaux, Suiza, la misma ciudad en la que vive Vladimir Nabokov. También
había mentido en la novela respecto a su propia muerte. Dolores Schiller se reúne
con él. Quiere mirar al monstruo a la cara.
“El rostro de Humbert me inquieta. Por más que intento
comprender, no consigo penetrar en su mente perversa, en sus sentimientos más
oscuros. ¿Qué arrogancia, qué inconmensurable orgullo llevan a un hombre a
imaginar que una niña de doce años desea que la viole? Una ceguera cómplice se
instala en quienes comparten con él esa absurda suposición. Los argumentos de
quienes vieron en aquel horrible secuestro una historia de amor, de quienes
encontraron en la niña una ninfa seductora capaz de enloquecer a un hombre, se
desmoronan ante la evidencia. Todos inventan a las niñas tal y como desearían
que fueran” (p.99)
Fin de los años cuarenta. Una niña, Dolores Hace, escribe un
diario. En él refleja sus pensamientos más íntimos, el amor por su padre, la
profunda pena tras su muerte, la difícil relación con su madre, el traslado de
casa, la llegada a esa nueva casa de un inquilino, un escritor europeo que le
cae bien, sus días en el campamento, la llegada de Humbert a recogerla, la noticia
de la muerte de su madre, su secuestro, su reiterada violación, sus lágrimas cada noche.
“MqD
Anoche vino un lobo
grande y peludo. Un horrible lobo grande peludo y viejo. Y tuve miedo. Pensé
que ese lobo era H., pero no puede ser él. No puede ser él, porque si lo fuera
estaría en el infierno.
Seis por uno seis,
seis por dos doce, seis por tres dieciocho, seis por cuatro veinticuatro, seis
por cinco treinta, seis por seis treinta y seis. Treinta y seis, Treinta y seis”
(p.143)
La autora estructura
la novela en capítulos cortos que en los que se intercalan los tres ejes
temporales. Los espacios en los que se sitúa la protagonista son muy variados.
Dolores Schiller, pasa por Nueva York, Florence, Ramsdale, Montreaux, Iguazú ,
Venecia o Zurich. El capítulo en que Dolores Schiller visita Iguazú es uno de
los más bellos de la novela.
Lola López Mondéjar hace un ejercicio de alta literatura
para escribir esta secuela de Lolita.
Cada noche, cada noche es una novela intensa y descarnada en la que la están presentes la muerte
y el deseo de justicia. Como también lo están la belleza y la inteligencia; la
literatura, el cine y la música; el arte
y la historia. La prosa de la autora es
afilada, precisa, con garra. Uno no sale
indemne de su lectura.
Hay que ser valiente para ponerse frente a la obra de Nabokov.
Y Lola López Mondéjar lo hace con solvencia. Cada noche, cada noche debería ir pegadita, lomo
con lomo, a Lolita.
“Porque la historia del rapto de mi madre solo puede ser
escrita y aplaudida en un mundo donde las mujeres no son consideradas seres
humanos complejos. No, no se mesen los cabellos, relájense; esto último es también literatura” (p.175)
Y de la buena.
Imprescindible.
Imprescindible.
Juan Carlos, de Lola he leído también Mi amor desgraciado y me pareció rompedor por como trata el tema que trata, por llevar la contraria a lo establecido sin discusión. Este libro también tiene que ser interesante. Me has recoordado que tengo que recuperar a esta autora. Un abrazo.
ResponderEliminar"Mi amor desgraciado" y "Cada noche, cada noche" son las dos novelas que más me han gustado de Lola López Mondéjar. Es una escritora valiente. Y me gusta mucho su prosa. Esta última creo que hay que leerla después de Lolita de Nabokov para valorarla en su justa medida. Es impresionante.
EliminarUn abrazo
Veo que ya leí tu reseña cuando la publicaste. Ahora que he leído la novela confirmo que tenías razón: que es impresionante e imprescindible. Y que yo tenía razón, que tenía que rescatar a Lola López Mondéjar. Ha sido un placer. Muy buena reseña. Un abrazo.
EliminarPues tú me vas a llevar a ambas novelas. "Lolita" la leí hace años, ya demasiados y no me importaría releerla, y esta que comentas hoy, me resulta de lo más interesante y, por las citas que resaltas, muy bien escrito.
ResponderEliminarGracias por dármelo a conocer.
Un abrazo.
Seguro que le sacas partido a Lola López Mondéjar. Es una escritora brillante.
EliminarUn abrazo.
Ya te comenté que me llamaba la atención, parece buena literatura. Y lo que me gusta de tu reseña es que te centras en eso, en su valor literario, porque he leído algunas críticas que van en otro sentido. La tengo en cuenta, tus propuestas no suelen defraudar.
ResponderEliminarFeliz domingo.
Imagino que las críticas van en el sentido de atreverse a tocar una interpretación tan asentada como la que se había hecho con "Lolita" y darle la vuelta a una clásico como el de Nabokov. No se muerde la lengua a la hora de dar nombres que vieron con buenos ojos esa historia, e incluso apoyaron el "amor libre". En realidad lo hace Dolores Schiller. Porque como bien dice, "Cada noche, cada noche", también es literatura.
EliminarUn abrazo