sábado, 10 de febrero de 2018

Cada noche, cada noche, de Lola López Mondéjar



Descubrí a Lola López Mondéjar una mañana de enero de 2012. Vagabundeaba  por los  puestos de las librerías de la Cuesta de Moyano, cuando me fijé en una novela titulada Mi amor desgraciado. Me la llevé a casa y la leí. Me gustó tanto que apunté el nombre de su autora en mi lista de escritores de los que hay que estar muy pendientes. En ello sigo. Hace dos años publicó Cada noche, cada noche, una secuela de Lolita de Nabokov, pero no la compré porque no quería leerla hasta no haber leído la obra del escritor ruso.  La excusa terminó hace poco. De manera que una me ha llevado a la otra y la otra a la una.




En Cada noche cada noche,  la autora juega con la literatura como ya lo hiciera Miguel de Cervantes en su día, que se encontró por azar en un mercado de Toledo con el manuscrito que contenía las aventuras de don Quijote. De nuevo es el azar quien provoca que Lola López Mondéjar reciba por error una serie de correos electrónicos de una mujer llamada Dolores Schiller en los que relata su historia.
Cada noche, cada noche transita el camino abierto por Jean Rhys en Ancho mar de Sargazos, novela en la que se da voz a uno de los personajes de Jane Eyre de Charlotte Brontë. El mismo camino por el que tiempo después pasó J.M Coetzee cuando escribió Foe haciendo lo propio con Daniel Defoe y su Robinson Crusoe. En el epílogo, Lola López Mondéjar agradece a ambos la ruta marcada.

¿Quién es la mujer de los correos que llegaron por error a Lola López Mondéjar? ¿Quién es  Dolores Schiller? Pues Dolores Schiller es la hija de Dolores Haze, la niña protagonista de Lolita de Vladimir Navokov. En el prólogo de la novela de Nabokov, se cuenta que Lolita murió en el parto junto a su hija, pero Lola López Mondéjar le enmienda la plana acusando de mentir a Humbert Humbert en lo referente a esto último. Murió la madre pero no la hija. De modo que rescata al personaje para darle vida en Cada noche, cada noche.
El título de la novela es toda una declaración de intenciones, pues es la frase de un fragmento de Lolita en el que Humbert relata que durante el largo viaje por los moteles de Estados Unidos la niña lloraba “cada noche, cada noche”,  cuando se fingía dormido.
Si en Lolita, la protagonista, la niña, apenas si aparece, debido que  a quien vemos es a la nínfula que ha creado la retorcida mente de Humbert, en Cada noche, cada noche, por fin, la vemos tal y como es, como una niña de doce años. Y esto es lo que más me ha gustado de la novela, escuchar su voz. Tras leer Lolita necesitaba escuchar la voz de esa niña que parece que no siente ni padece en la novela de Nabokov.

La novela de desarrolla en torno a tres ejes temporales:

Año 2009,  Nueva York. Dolores Schiller, enferma de cáncer, decide contar al mundo la verdadera historia de su madre, para denunciar el crimen de Humbert y el de quienes lo defendieron.
“Voy a morir y mi lengua se desata en una ácida verborrea muda en la que se atropellan mis recuerdos, y la omnipotencia de mi pensamiento, que se ejercita en la palabra, me hace osada, diosa.
Cumpliré, no obstante, con mi propósito de dar cuenta de la verdad, evitando el pleonasmo. Aunque el pleonasmo, a menudo, a fuerza de insistir, describa la verdad mejor que cualquier otro recurso retórico. Ya no dispongo de tiempo  para andarme por las ramas, solo los que viven una vida huera lo despilfarran, de modo que tendrán que acompañarme a trompicones, siguiendo el hilo discontinuo de mis notas y de mis recuerdos. De lo que entonces escribí y de lo que nunca hasta ahora he contado” (p.54)

Años setenta. Tras cotejar los diarios de su madre (y lo que su padre le ha contado) con la novela de Nabokov, llega a la conclusión de que su madre, Dolores Haze, a quien no conoció, es la Lolita de la novela. Comienza entonces una investigación en busca del paradero de Humbert (el tío Humbert del que le hablara su padre) y lo encuentra  en Montreaux, Suiza, la misma ciudad en la que vive Vladimir Nabokov. También había mentido en la novela respecto a su propia muerte. Dolores Schiller se reúne con él. Quiere mirar al monstruo a la cara.
“El rostro de Humbert me inquieta. Por más que intento comprender, no consigo penetrar en su mente perversa, en sus sentimientos más oscuros. ¿Qué arrogancia, qué inconmensurable orgullo llevan a un hombre a imaginar que una niña de doce años desea que la viole? Una ceguera cómplice se instala en quienes comparten con él esa absurda suposición. Los argumentos de quienes vieron en aquel horrible secuestro una historia de amor, de quienes encontraron en la niña una ninfa seductora capaz de enloquecer a un hombre, se desmoronan ante la evidencia. Todos inventan a las niñas tal y como desearían que fueran” (p.99)

Fin de los años cuarenta. Una niña, Dolores Hace, escribe un diario. En él refleja sus pensamientos más íntimos, el amor por su padre, la profunda pena tras su muerte, la difícil relación con su madre, el traslado de casa, la llegada a esa nueva casa de un inquilino, un escritor europeo que le cae bien, sus días en el campamento, la llegada de Humbert a recogerla, la noticia de la muerte de su madre, su secuestro, su reiterada violación, sus lágrimas cada noche.
MqD
Anoche vino un lobo grande y peludo. Un horrible lobo grande peludo y viejo. Y tuve miedo. Pensé que ese lobo era H., pero no puede ser él. No puede ser él, porque si lo fuera estaría en el infierno.
Seis por uno seis, seis por dos doce, seis por tres dieciocho, seis por cuatro veinticuatro, seis por cinco treinta, seis por seis treinta y seis. Treinta y seis, Treinta y seis” (p.143)

La autora  estructura la novela en capítulos cortos que en los que se intercalan los tres ejes temporales. Los espacios en los que se sitúa la protagonista son muy variados. Dolores Schiller, pasa por Nueva York, Florence, Ramsdale, Montreaux, Iguazú , Venecia o Zurich. El capítulo en que Dolores Schiller visita Iguazú es uno de los más bellos de la novela.

Lola López Mondéjar hace un ejercicio de alta literatura para escribir esta secuela de Lolita. Cada noche, cada noche es una novela  intensa y  descarnada en la que la están presentes la muerte y el deseo de justicia. Como también lo están la belleza y la inteligencia; la literatura, el cine y la música;  el arte y la historia.  La prosa de la autora es afilada, precisa, con garra. Uno no  sale indemne de su lectura.
Hay que ser valiente para ponerse frente a la obra de Nabokov. Y Lola López Mondéjar lo hace con solvencia. Cada noche, cada noche debería ir pegadita, lomo con lomo, a Lolita.

“Porque la historia del rapto de mi madre solo puede ser escrita y aplaudida en un mundo donde las mujeres no son consideradas seres humanos complejos. No, no se mesen los cabellos, relájense; esto último es también literatura” (p.175)

Y de la buena.
Imprescindible. 



7 comentarios:

  1. Juan Carlos, de Lola he leído también Mi amor desgraciado y me pareció rompedor por como trata el tema que trata, por llevar la contraria a lo establecido sin discusión. Este libro también tiene que ser interesante. Me has recoordado que tengo que recuperar a esta autora. Un abrazo.

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    1. "Mi amor desgraciado" y "Cada noche, cada noche" son las dos novelas que más me han gustado de Lola López Mondéjar. Es una escritora valiente. Y me gusta mucho su prosa. Esta última creo que hay que leerla después de Lolita de Nabokov para valorarla en su justa medida. Es impresionante.
      Un abrazo

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    2. Veo que ya leí tu reseña cuando la publicaste. Ahora que he leído la novela confirmo que tenías razón: que es impresionante e imprescindible. Y que yo tenía razón, que tenía que rescatar a Lola López Mondéjar. Ha sido un placer. Muy buena reseña. Un abrazo.

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  2. Pues tú me vas a llevar a ambas novelas. "Lolita" la leí hace años, ya demasiados y no me importaría releerla, y esta que comentas hoy, me resulta de lo más interesante y, por las citas que resaltas, muy bien escrito.
    Gracias por dármelo a conocer.
    Un abrazo.

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    1. Seguro que le sacas partido a Lola López Mondéjar. Es una escritora brillante.
      Un abrazo.

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  3. Ya te comenté que me llamaba la atención, parece buena literatura. Y lo que me gusta de tu reseña es que te centras en eso, en su valor literario, porque he leído algunas críticas que van en otro sentido. La tengo en cuenta, tus propuestas no suelen defraudar.
    Feliz domingo.

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    1. Imagino que las críticas van en el sentido de atreverse a tocar una interpretación tan asentada como la que se había hecho con "Lolita" y darle la vuelta a una clásico como el de Nabokov. No se muerde la lengua a la hora de dar nombres que vieron con buenos ojos esa historia, e incluso apoyaron el "amor libre". En realidad lo hace Dolores Schiller. Porque como bien dice, "Cada noche, cada noche", también es literatura.
      Un abrazo

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