sábado, 25 de febrero de 2017

Mañana en la batalla piensa en mí, de Javier Marías



Leo Mañana en la batalla piensa en mí de Javier Marías. Como en toda su obra, las digresiones son una constante, y el pensamiento de los protagonistas tiene más espacio y más peso que la propia trama. Forman parte de ella. De modo que el lector avanza lentamente. Y eso que la historia es muy poderosa en esta novela. Una mujer muere repentinamente en su cama cuando está con un amante, mientras su marido está en Londres y su hijo pequeño duerme en la habitación del al lado. Esto lo cuenta Víctor,  el hombre con el que Marta Téllez esta a punto de tener una aventura y la muerte se encarga de impedírselo. Es el narrador y el protagonista de la novela. Este hombre, este amante que no llega a serlo, escritor de guiones para televisión, se encuentra de repente con el cuerpo inerte de esa mujer a la que apenas conoce entre sus brazos.
Piensa Víctor  tras la muerte de Marta Téllez:
«Tantas cosas suceden sin que nadie se entere ni las recuerde. De casi nada hay registro, los pensamientos y movimientos fugaces, los planes y los deseos, la duda secreta, las ensoñaciones, la crueldad y el insulto, las palabras dichas y oídas y luego negadas o malentendidas y tergiversadas, las promesas hechas y no tenidas en cuenta, ni siquiera por aquellos a quienes se hicieron, todo se olvida o prescribe, cuando se hace a solas y no se anota y también casi todo lo que no es solitario sino en compañía, cuán poco va quedando de cada individuo, de qué poco hay constancia, y de ese poco que queda tanto se calla, y de lo que no se calla se recuerda después tan solo una mínima parte, y durante poco tiempo, la memoria individual no se transmite ni interesa al que la recibe que forja y tiene la suya propia […] No podemos estar más que en un sitio en cada momento, e incluso entonces a menudo ignoramos quienes nos estarán contemplando o pensando en nosotros, quién está a punto de marcar nuestro número, quién de escribirnos, quién de querernos o de buscarnos, quién de condenarnos o asesinarnos y así acabar con nuestros escasos y malvados días, quién de arrojarnos al revés del tiempo o a su negra espalda».
El protagonista no sabe muy bien qué hacer ante la situación en la que el azar lo ha colocado. No es fácil. En un primer momento decide desaparecer de la escena borrando sus huellas, pero poco a poco va surgiendo en él el deseo de conocer a la familia de la mujer que murió entre sus brazos. Lo que nos ofrece Marías no es el exterior, no es la superficie de una historia, sino que nos lleva literalmente al interior de la cabeza del protagonista para vivir la historia desde ahí.
Como ocurre en Corazón tan blanco, en los últimos capítulos la lectura se acelera y mis expectativas se ven superadas por la maestría del genio. Me recuerda en cierto modo a la escritura de José Saramago, pausada y reflexiva pero con una trama potente y un desenlace rápido y memorable. Durante toda la novela los personajes apenas se mueven y el final llega en un movimiento acelerado perfectamente orquestado.
 «Qué desgracia saber tu nombre aunque ya no conozca tu rostro mañana, los nombres no cambian y se quedan fijos en la memoria cuando se quedan, sin que nada ni nadie pueda arrancarlos. Mi cabeza está llena de nombres cuyos rostros he olvidado o son solo una mancha flotando en un paisaje, una calle, una casa, una edad o una pantalla».
La muerte, la memoria, la verdad y  el azar se convierten en temas fundamentales de la novela y de las reflexiones del protagonista.
Lo que más me gusta de Javier Marías es que sus reflexiones tienen peso. Se puede disfrutar de cada frase, de cada párrafo, porque su prosa es una prosa con sustancia, con filosofía.
«Y cuán poco va quedando de cada individuo en el tiempo inútil como la nieve resbaladiza, de qué poco hay constancia, y de ese poco tanto se calla, y de lo que no se calla se recuerda después tan solo una mínima parte, y durante poco tiempo: mientras viajamos hacia nuestra difuminación lentamente para transitar tan solo por la espalda o el revés del tiempo, donde uno no puede seguir pensando ni se puede seguir despidiendo diciendo: “Adiós risas y adiós agravios. No os veré más, ni me veréis vosotros. Y adiós ardor, adiós recuerdos».
Puro Shakespeare. Puro Javier Marías. 

4 comentarios:

  1. Buenas, Juan Carlos

    Lo he intentado dos veces con este libro. El inicio es fulgurante, como dices, una historia poderosa. Pero poco a poco se me cae de las manos y lo interrumpo, más o menos cuando llevo una tercera parte. Es cierto que el momento en el que escoges una lectura influye, yo no pude ser más torpe en esto y quizá por eso se me resistió. De todos modos, no suelo dar segundas oportunidades y si este caso es una excepción es porque intuyo que hay veta y quizá es culpa de este minero que a veces no pica como debe, jaja.

    Eso si, me quedó la impresión de que en ese narrador y en otros personajes que van apareciendo el autor se cuela constantemente, sin querer o queriendo se interpone, como cuando se recrea en las maquetas de aviones al pasar a la habitación del niño (Marias comparte esta afición con Pérez Reverte) y esto si que lo veo un punto en contra.

    Hace poco leí que Alfaguara va a conmemorar el 25º aniversario de "Corazón tan blanco" con una edición especial. Lo mismo tiro por ahí.

    Que pases un buen finde.

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    1. Hola Gerardo,

      Los principios de las novelas de Javier Marías son tan fulgurantes como sus finales. Donde hay que tener cierta paciencia es a mitad de camino porque parece que uno camina y no avanza. Creo que esta parte hay que leerla de otro modo, tal vez con la mirada más corta. Y es cierto, es ahí donde asoma la cabecita del autor en el narrador, pero yo esto lo doy por descontado tanto en Javier Marías, como Pérez Reverte, como bien dices. Pero en mi opinión merece la pena porque llegado cierto momento la lectura se desliza como si de una pista de esquí se tratara y es entonces cuando uno disfruta a lo grande.
      Yo leí "Corazón tan blanco" hace años y lo releí el año pasado y disfruté mucho, puede que más que la primera vez. Es una novela genial. "Mañana en la batalla piensa en mí" es una especie de continuación del camino abierto en "Corazón tan blanco".
      En fin, que Marías es uno de los grandes y hay que darle una segunda oportunidad, claro que sí.
      Buen fin de semana también para ti.
      Un abrazo!

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  2. Leyendo tu reseña, me ha recordado tanto a "Corazón tan blanco" y "Así empieza lo malo". Creo que no tardaré mucho en leer este. Para mí, en Marías, la historia es casi secundaria, con lo que más disfruto es con la forma de contarla y con los detalles que cuentas. En cierta forma con esa cita que incluyes "Tantas cosas suceden sin que nadie se entere ni las recuerde" Me sorprende esos detalles, a menudo insignificantes, que todos vivimos con frecuencia pero que Marías refleja tan bien. Y quizás lo insignificante es realmente lo extraordinario de la vida. Un abrazo.

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    1. Hola Ana,
      Cuando termino de leer una novela de Javier Marías vuelvo para mirar lo que he señalado con el lápiz. Y es ahí donde aparecen esos detalles, esas reflexiones que me gustan tanto o más que la propia trama.
      No he leído "Así empieza lo malo" pero seguro que lo haré antes o después.
      Un abrazo!

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