viernes, 30 de septiembre de 2016

20 años de El Capitán Alatriste, de Arturo Pérez-Reverte



“¡No queda sino batirse!”
Imagina estas palabras en boca de Don Francisco de Quevedo y Villegas.
Imagínalo sacando la toledana en la Taberna del Turco para liarse a estocadas con algún burlón que ha puesto a algún verso suyo la autoría de Góngora.
Imagínalo con su irónico ingenio no dejar títere con cabeza:           
           
“Nace el las Indias honrado,
            donde el mundo le acompaña;
            viene a morir en España
            y es en Génova enterrado.
            Y pues quien le trae al lado
            es hermoso, aunque sea fiero,
            Poderoso caballero
            es don Dinero.

Imagina la corte de Felipe IV. Madrid. El Siglo de Oro. El Imperio Español. La gloria. La decadencia. La plaza Mayor, Lope de Vega y Tirso de Molina, Velázquez  y el Conde Duque de Olivares.
Espadachines a sueldo como el capitán Alatriste, peligrosos, gentes con hígados capaces de matar por cien maravedíes.Viejos soldados que se dejaron un brazo en Lepanto luchando contra el turco en los tiempos del añorado Felipe II. 
La Inquisición.  Persiguiendo y torturando a gentes que al final no tienen más remedio que confesarse herejes, sodomitas o judaizantes. Proclamando Autos de fe para dar espectáculo a un pueblo ávido del olor a carne quemada de las hogueras de la Plaza Mayor.
La Guerra. Los invencibles y temibles Tercios. Flandes. La rendición de Breda con el vencido Justino de Nassau, humillado, entregando las llaves de la ciudad a un contenido Ambrosio Espinola, noble genovés,  jefe de los ejércitos españoles que luchan en nombre del Rey para mantener estos territorios dentro de la monarquía hispánica.
Sevilla. La Casa de Contratación, comerciantes genoveses, flamencos y portugueses, pícaros, ladrones y matarifes, franciscanos y dominicos, funcionarios de la corona, aristócratas arruinados, nobles de toga y Grandes de España. Todos a la espera de la llegada de la flota de Indias cargada de oro y plata... si los piratas y corsarios ingleses, franceses y holandeses no lo impiden antes.

Realidad y ficción.
Esta mezcla fascinante es la que nos ofrece el escritor cartagenero Arturo Pérez-Reverte en la saga de las Aventuras del Capitán Alatriste,.
Estas están narradas por Iñigo Balboa, alumno, protegido y compañero de aventuras del capitán. Maestro y alumno están acompañados por numeroso personajes de entre los que destacan el sin par Don Francisco de Quevedo, compañero de tertulias, paseos y lances, el aristócrata Alvaro de la Marca, conde de Guadalmedina y Grande de España, íntimo de Alatriste desde que éste le salvó el pellejo en una batalla en tiempos del padre de su majestad.
Gualterio Malatesta, alter ego de Alatriste, espadachín italiano, malvado y enemigo mortal del capitán.
Felipe IV, el Conde Duque de Olivares, Dómine Perez, Sebastián Copons, Caridad la Lebrijana, Fray Emilio Bocanegra, Luis de Alquézar, Angélica de Alquézar...
Los personajes ficticios se funden en una realidad muy bien documentada, la de la España de Felipe IV que reinó entre 1621 y 1665.
Una España en la que, todavía, no se ponía el sol. El Imperio más extenso de la Historia y cuyo centro neurálgico era Madrid. Un Imperio al que le acechaban las potencias de Francia e Inglaterra y que finalmente conseguirían derrotarlo.
Los años del reinado del Felipe IV son convulsos, agitados, son años de proyectos para salvarlo. El Conde Duque, valido del Rey, gobierna con inteligencia, astucia y energía, pero sus planes se ven frustrados. Los años cuarenta del S. XVII verán la desintegración y el comienzo del ocaso de la monarquía hispánica.
En contraste con la decadencia política y económica, la cultura escribe sus páginas más esplendorosas de la historia de España. Cervantes, Lope de Vega, Quevedo, Calderón de la Barca, Góngora, Velázquez, Zurbarán, Ribera, Murillo ...
La Corona, la aristocracia  y la Iglesia se convierten en grandes mecenas de escritores, pintores, escultores, músicos y arquitectos. Este es el marco de las novelas.

El interior del cuadro está compuesto por siete libros que comenzaron a publicarse en 1996:
El Capitán Alatriste 1996
Limpieza de Sangre 1997
El Sol de Breda 1998
El Oro del Rey  2000
El Caballero del Jubón Amarillo 2003
Corsarios de levante 2006
El puente de los asesinos 2011

Es muy probable que si comienzas a leer las aventuras del capitán Alatriste abras una puerta a un mundo del que no quieras salir. Si esto te ocurre estarás muy apenado cuando hayas terminado de leer los siete volúmenes. Echarás de menos al capitán, a Quevedo e incluso al Rey y al Conde Duque.
No te preocupes, no tienes que esperar a que Pérez-Reverte publique el siguiente volumen de la serie. Puedes acudir a los clásicos. Leer el Buscón de Quevedo, El Burlador de Sevilla de Tirso de Molina o el Perro del Hortelano de Lope de Vega para adentrarte de nuevo en aquel mundo maravilloso y hostil. Incluso puedes acudir a historiadores tan brillantes como John Elliot que han escrito inmensas obras como La España Imperial o El Conde Duque de Olivares.
Si tu inquietud va más allá puedes perderte una semana en el Madrid de los Austrias para visitar in situ los lugares en los que transcurren las aventuras de nuestro capitán. Puedes pasar horas y horas en el Museo del Prado atento a los rostros y a las escenas que dejaron los pinceles de Velázquez o Murillo. O puedes irte a Simancas y encerrarte en el archivo hasta el resto de tus días, rastreando la estela del inolvidable capitán.

Epílogo:
“No soy amigo de dar consejos, dijo Iñigo Balboa , mas ahí va uno de barato: desconfíen siempre vuestras mercedes de quien es lector de un solo libro” .  




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